El primer ministro británico, Rishi Sunak, ha anunciado un paquete de medidas que dan marcha atrás en los compromisos climáticos de Reino Unido, entre las que se incluye retrasar en cinco años, de 2030 a 2035, la prohibición de vender coches de combustión.
De esta forma, el país pospone la intención de ser uno de los primeros del mundo en dejar de vender coches propulsados por motores tradicionales y ‘abraza’ la misma fecha que la planteada por la Unión Europea para permitir únicamente la comercialización de eléctricos o de coches propulsados por combustibles sintéticos.
Rishi Sunak asegura que el anuncio, al que se han unido otros como la eliminación de los planes para impulsar el uso de coches compartidos o una demora para cambiar los calentadores de gas en los hogares, se ha tomado por motivos económicos, para ayudar a las familias. Según él, estas medidas supondrán «un ahorro medio de entre 5.000, 10.000 o 15.000 libras anuales a las familias británicas», ha asegurado.
Pero la decisión de retroceder en sus políticas verdes también se ha visto en clave electoralista, ya que en los comicios de 2024 el ejecutivo de Sunak tendrá que enfrentarse a un amplio descontento de la población provocado por la subida del coste de la vida que, muchos atribuyen, a los objetivos medioambientales marcados.
Aunque la prohibición de dejar de vender coches de combustión interna en Reino Unido se adelantaba en 5 años al escenario planteado en la Unión Europea, se han encendido las alarmas y algunas voces ya han comenzado a especular con que puede haber otros países que sopesen seguir los pasos de Londres y cambiar los plazos (la decisión de la UE ya es oficial y, supuestamente, inamovible), al considerar que el año 2035 está muy cerca.
El anuncio sobre los coches térmicos no frena el objetivo de descarbonización
Pese a todo, el ministro recalcó que este anuncio está en la línea del adoptado por países como España, Francia, Australia o Canadá, y ha explicado que su gobierno «sigue comprometido» con llegar a las cero emisiones netas para 2050 y con los acuerdos que Reino Unido ha alcanzado internacionalmente en materia de descarbonización.
El cambio de escenario ha sido criticado por muchos sectores y, en especial, por los fabricantes, que han mostrado su descontento aduciendo que la agenda de la producción ya estaba marcada para el 2030 y que esta decisión pondrá en riesgo las inversiones realizadas en las fábricas.
Además, Reino Unido tiene otro frente abierto en lo que respecta al coche y es que las normas del acuerdo del Brexit firmado en diciembre de 2020 establecen que a partir de 2024 el 45% de los componentes del automóvil eléctrico deben originarse en el Reino Unido o la UE para no pagar aranceles. Stellantis, por ejemplo, ya pidió una renegociación de este acuerdo, explicando que de otra forma le será imposible mantener sus fábricas en el país.
Las inversiones, en peligro
Respecto a la decisión tomada ahora de retrasar la ‘muerte’ de los coches de combustión, la presidenta de Ford en el país, Lisa Brankin, ya advertía horas antes de que Sunak anunciara la decisión de dar marcha atrás en la prohibición de coches con motores de combustión que esto socavaría los tres objetivos que la marca estadounidense necesita del ejecutivo británico: «ambición, compromiso y consistencia», añadiendo que «necesitamos que las políticas se centren en reforzar el mercado del vehículo eléctrico a corto plazo y en apoyar a los consumidores mientras los vientos en contra son fuertes, con una infraestructura que sigue siendo inmadura».
Brankin recalcó que la industria del automóvil ha invertido mucho dinero para afrontar el desafío para 2030. En concreto, Ford ha anunciado un compromiso global de 50.000 millones de dólares (46.000 millones de euros) para la electrificación, así como el lanzamiento de nueve vehículos eléctricos para 2025 respaldados por una inversión de más de 430 millones de libras (497 millones de euros) para preparar sus instalaciones para el desarrollo y fabricación del vehículo eléctrico en el Reino Unido.
Tata Motors, Nissan o el Grupo BMW (que produce en Reino Unido las marcas Rolls-Royce y Mini) también han anunciado inversiones millonarias para adaptar sus plantas de fabricación. Una de esas inversiones es la gigafactoría de baterías que Tata Motors construirá en Reino Unido y a la que optaba España, en la que invertirán más de 4.600 millones de euros.
El anuncio también recibió críticas de los ecologistas de Greenpeace quienes lo calificaron de «gran timo». Según su director ejecutivo, Will McCallum, «Sunak no está ofreciendo honestidad ni un futuro brillante a los trabajadores, está dando prioridad de nuevo a sus compinches del petróleo y del gas».