La llegada del otoño no solo tiñe los paisajes de tonos ocres y rojizos, también trae consigo un elemento que se convierte en protagonista en la carretera: la lluvia. Las primeras precipitaciones convierten el asfalto en una auténtica pista de patinaje. El agua se mezcla con la suciedad y el polvo acumulados del verano, reduciendo la adherencia de los neumáticos y multiplicando el riesgo de accidente.
En ese escenario es cuando muchos conductores se dan cuenta de que sus reflejos al volante no son los de Fernando Alonso. Sin embargo, según los profesores de autoescuela, hay un truco sencillo que permite conducir de forma más segura y con confianza bajo la lluvia. No hay magia, sino aprender a anticipar y a reaccionar como lo haría un piloto profesional.
3Neumáticos y presión: los aliados invisibles

De poco sirve tener buena técnica si los neumáticos no están en condiciones. En carreteras mojadas, la profundidad del dibujo y la presión adecuada marcan la diferencia. Un neumático desgastado tarda mucho más en evacuar el agua, y con la lluvia abundante del otoño, el riesgo de aquaplaning se dispara.
Revisar la presión con frecuencia es otro gesto básico que muchos pasan por alto. Las ruedas mal infladas no solo comprometen la seguridad, también incrementan el consumo de combustible. En palabras de los expertos, «los neumáticos son el único punto de contacto entre el coche y la carretera». Y bajo la lluvia, esa frase cobra más importancia que nunca.