La llegada del otoño no solo tiñe los paisajes de tonos ocres y rojizos, también trae consigo un elemento que se convierte en protagonista en la carretera: la lluvia. Las primeras precipitaciones convierten el asfalto en una auténtica pista de patinaje. El agua se mezcla con la suciedad y el polvo acumulados del verano, reduciendo la adherencia de los neumáticos y multiplicando el riesgo de accidente.
En ese escenario es cuando muchos conductores se dan cuenta de que sus reflejos al volante no son los de Fernando Alonso. Sin embargo, según los profesores de autoescuela, hay un truco sencillo que permite conducir de forma más segura y con confianza bajo la lluvia. No hay magia, sino aprender a anticipar y a reaccionar como lo haría un piloto profesional.
1El truco de oro: mirar más allá del coche de delante

El consejo es simple, pero tiene lógica. Según los instructores de autoescuela, la mayoría de conductores tiende a fijar la vista en el vehículo de justo delante. El problema es que, si este frena de repente sobre el asfalto mojado, apenas queda margen para reaccionar. La clave es dirigir la mirada más lejos, analizando lo que ocurre varios coches por delante y adaptando la velocidad con antelación.
De este modo, el conductor no solo gana en tiempo de reacción, sino que evita los frenazos bruscos que, sobre la lluvia, pueden provocar derrapes o la temida pérdida de control por aquaplaning. Tal como hacen los pilotos en un circuito, se trata de anticipar cada curva y cada movimiento, de manera que todo resulte fluido y sin sobresaltos.