Lamine Yamal es una estrella del fútbol mundial, uno de los talentos más precoces que se recuerdan, y millones de jóvenes en todo el mundo siguen cada uno de sus pasos. Cada foto que sube y cada vídeo que comparte es analizado al milímetro por sus seguidores. Y en uno de sus últimos vídeos ha compartido un instante de un viaje con tus compañeros, pero un pequeño detalle que pasa desapercibido a veces ha llamado la atención de las redes sociales.
Se trata de un gesto que podría parecer insignificante, pero que esconde consecuencias muy graves, tanto legales como, sobre todo, vitales. El joven prodigio del FC Barcelona y la Selección Española se ha visto envuelto en una polémica por un vídeo en el que viaja en un autobús sin el cinturón de seguridad abrochado. ¿Qué importancia tiene este gesto? ¿Se trata de una simple anécdota, o de un error que podría costar muy caro?
La polémica está servida: un viaje sin cinturón en el autobús

En un momento de relajación, decidió compartir con sus millones de seguidores un vídeo en sus redes sociales. En las imágenes se le puede ver en el asiento de un moderno autocar, pero hay un detalle que no tardó en generar un aluvión de comentarios: no lleva puesto el cinturón de seguridad.
Lo que para el jugador pudo ser un simple despiste, para muchos aficionados y expertos en seguridad vial se convirtió en un mal ejemplo. Y no se trata de criticar a una figura pública. El problema de fondo es la influencia que tienen deportistas como él sobre miles de niños y adolescentes que lo ven como un ídolo. Si Lamine Yamal no se pone el cinturón, ¿por qué deberían hacerlo ellos? Este descuido, por tanto, trasciende la anécdota personal para convertirse en un asunto de concienciación y responsabilidad social. El debate no se centra en el error del joven, sino en la importancia de un gesto que salva vidas.
La pregunta: ¿Es obligatorio el cinturón de seguridad en un autobús?

La ley no deja lugar a dudas. Es verdad que hace muchos años, los autobuses no tenían cinturones, y si los tenían, nadie se los ponía. Pero las cosas han cambiado. En España, el Reglamento General de Circulación es tajante al respecto.
Desde el 20 de octubre de 2007, todos los autobuses y autocares de nueva matriculación en el país deben venir equipados de fábrica con cinturones de seguridad en todos sus asientos. Y la norma no se queda solo en la obligación de instalarlos. El artículo 117 de dicho reglamento especifica que «el conductor y los ocupantes de los vehículos estarán obligados a utilizar, debidamente abrochados, los cinturones de seguridad homologados, tanto en la circulación por vías urbanas como interurbanas».
Esto significa que si el autobús en el que viajas, como es el caso del que se ve en el vídeo de Lamine Yamal, tiene cinturones, tu obligación como pasajero es llevarlo puesto durante todo el trayecto. No importa si es un viaje corto o largo, si vas por autopista o por una carretera convencional. La única excepción a esta regla son algunos autobuses urbanos que, por sus características de servicio (múltiples paradas, baja velocidad, pasajeros de pie, etc.), están exentos. Pero en un autocar interurbano, la ley es tajante.
Además, el conductor o el responsable del grupo tiene la obligación de informar a los pasajeros de la necesidad de abrocharse el cinturón, ya sea de viva voz, con letreros o con pictogramas visibles en cada asiento.
Las consecuencias de no llevar el cinturón: mucho más que una multa

El error de Lamine Yamal sirve para poner sobre la mesa las consecuencias reales de no cumplir con esta norma. Y no, no hablamos solo de una sanción económica. El verdadero precio de no abrocharse el cinturón se paga en caso de accidente, y puede ser la vida misma.
Empecemos por lo que más suele preocupar a corto plazo: la multa. No llevar puesto el cinturón de seguridad en un vehículo que lo tiene instalado es una infracción grave. La sanción es de 200 euros. Una pregunta muy común es: si no voy conduciendo, ¿me pueden multar a mí? La respuesta es que sí. La responsabilidad de llevar el cinturón abrochado es individual. Por tanto, en este caso, la multa de 200 euros, que se quedaría en 100 euros por pronto pago, recaería sobre el pasajero infractor, siempre que este sea mayor de edad.
Dejemos el dinero y los puntos a un lado. La verdadera razón por la que debes abrocharte el cinturón es para proteger tu vida y la de los demás. En un autobús, la sensación de seguridad puede ser engañosa debido a su tamaño, pero las leyes de la física son implacables. En caso de un frenazo brusco, un vuelco o una colisión, un pasajero que no lleva el cinturón se convierte en un proyectil.
Los expertos lo llaman el «efecto elefante». A solo 50 km/h, el peso de una persona se multiplica por más de 30 en caso de impacto. Esto significa que un pasajero de 70 kilos golpearía el asiento de delante, a otro pasajero o cualquier parte del habitáculo con una fuerza superior a las dos toneladas. Las consecuencias son devastadoras: traumatismos craneoencefálicos, lesiones medulares, fracturas graves y hemorragias internas.
Además, existe un riesgo altísimo de salir despedido a través de las ventanas de un autobús, lo que multiplica exponencialmente el riesgo de muerte. El cinturón de seguridad está diseñado para mantenerte anclado a tu asiento, permitiendo que sea la estructura del vehículo la que absorba la mayor parte de la energía del impacto y evitando que tu cuerpo se golpee violentamente. No solo te protege a ti, sino que también protege al resto de los ocupantes de ser golpeados por tu propio cuerpo.
El error de Lamine Yamal que sirve de lección

Nadie duda de la profesionalidad de Lamine Yamal ni de su brillante futuro. Es un joven que acaba de empezar su carrera y, como cualquier persona, puede cometer un error. Sin embargo, este episodio debe servir como lección. Las figuras públicas, en especial las que son admiradas por los más jóvenes, tienen una responsabilidad. Sus acciones, incluso las más triviales, son un espejo en el que muchos se miran.
Este desliz, más allá de la polémica, es una oportunidad de oro para generar una conversación necesaria sobre la seguridad vial. Un simple gesto como abrocharse el cinturón es la diferencia entre un susto y una tragedia. La próxima vez que subas a un coche o a un autobús, recuerda este episodio. No importa quién seas o a dónde vayas. Abrocharse el cinturón de seguridad no es una opción, es un seguro de vida que solo te cuesta dos segundos de tu tiempo.