A lo largo de la historia del automóvil, algunos vehículos han trascendido su función original para convertirse en verdaderas obras de arte. En 1970, un Cadillac se convirtió en protagonista de una historia insólita y creativa: fue transformado en una escultura móvil al ser completamente recubierto con un material inesperado y cotidiano: cemento que habitualmente cubre los suelos de nuestros hogares.
Este proyecto no solo llamó la atención por su excentricidad estética, sino por el debate que generó entre los límites del arte, la cultura automovilística y la función práctica de un coche. A día de hoy, sigue siendo un símbolo de cómo el arte puede surgir de los lugares más inesperados, fusionando lo doméstico con lo industrial de manera radical.
4Impacto en la cultura pop y el arte rodante
Este Cadillac recubierto de cemento no tardó en captar la atención de la prensa, los museos y el público en general. La originalidad del proyecto lo convirtió rápidamente en un icono de lo que hoy conocemos como art car, una corriente que ha visto cómo muchos artistas personalizan vehículos con pinturas, esculturas y materiales inusuales.
A partir de este tipo de iniciativas, otros proyectos famosos vieron la luz, como los coches de BMW diseñados por artistas de renombre o el célebre Cadillac Ranch de Texas, donde varios Cadillacs están semienterrados como monumento artístico. El automóvil dejó de ser simplemente un medio de transporte para transformarse en un soporte creativo, cargado de significado social y cultural.








