La historia de Jaguar es la crónica de una pasión que comenzó en 1922 en un modesto garaje de Blackpool y se transformó en una de las leyendas más respetadas del automovilismo británico. William Lyons y William Walmsley fundaron aquella primavera la Swallow Sidecar Company con la intención de fabricar sidecares de aluminio para motocicletas. Ninguno de los dos podía imaginar que aquel pequeño taller daría origen a una marca que definiría qué significa conducir con estilo.
El salto al automóvil llegó en 1927, cuando la compañía comenzó a fabricar carrocerías deportivas para modelos de serie como el Austin Seven, el Morris Cowley o el Fiat 509. La demanda creció con tal intensidad que en 1928 se vieron obligados a trasladarse a Coventry, el corazón de la industria automotriz británica. En 1931, Lyons cumplió su sueño: fabricar su propio automóvil. Nació así el SS I, seguido en 1933 por el SS I Tourer, el primer deportivo genuino de la marca.

Pero el verdadero punto de inflexión llegó en septiembre de 1935. En el London Mayfair Hotel, durante un almuerzo comercial para concesionarios y prensa, se presentó el SS Jaguar, una berlina de 2,5 litros con motor de seis cilindros que desarrollaba 102 caballos de potencia. A los asistentes se les pidió que anotaran el precio que consideraban justo para el vehículo. La media fue de 765 libras. El precio real, 395 libras, provocó un silencio de asombro. Aquel coche combinaba líneas bajas y alargadas, un capó interminable y una elegancia que desafiaba los diseños verticales y utilitarios de la época. El nombre «Jaguar» evocaba gracia, potencia y agilidad felina. Era perfecto.
En 1945, tras la Segunda Guerra Mundial y para evitar la desafortunada asociación con las SS nazis, la compañía cambió oficialmente su nombre a Jaguar Cars Limited. Sir William Lyons lo explicó con claridad: «A diferencia de SS, el nombre de Jaguar es distintivo y no se puede conectar ni confundir con ningún nombre extranjero similar».
XK120: El deportivo que redefinió la velocidad (1948-1954)
El 27 de octubre de 1948, en el Earls Court Exhibition Centre de Londres, Jaguar presentó un vehículo que cambiaría su destino: el XK120. Originalmente concebido como banco de pruebas para el nuevo motor XK de seis cilindros de 3,4 litros con doble árbol de levas en cabeza, el prototipo causó tal sensación que Lyons decidió lanzarlo a producción.
El motor XK era una joya técnica: culata de aluminio, cámaras de combustión hemisféricas, válvulas inclinadas y dos carburadores SU que entregaban 160 caballos de potencia. Pero lo revolucionario estaba en la cifra que bautizó al modelo: 120 millas por hora, equivalentes a 193 kilómetros por hora, una velocidad que lo convirtió en el automóvil de producción más rápido del mundo en su momento.

Las primeras 242 unidades se fabricaron con carrocería de aluminio sobre estructura de madera de fresno. En 1950 se pasó a producción en acero, 51 kilogramos más pesada pero más accesible. El XK120 alcanzaba los 100 km/h en apenas 8,5 segundos y en pruebas oficiales cronometradas por el Real Automóvil Club de Bélgica llegó a registrar 213,4 km/h.
Las líneas del XK120 eran pura seducción: guardabarros curvos, capó alargado, rejilla ovalada y ruedas de radios cromados. Se ofreció en tres carrocerías: el roadster Open Two-Seater (OTS), el cupé Fixed Head Coupé (FHC) desde 1951, y el Drophead Coupé (DHC) desde 1953. Hollywood cayó rendido ante él: Clark Gable, Humphrey Bogart, Ingrid Bergman y Lauren Bacall fueron algunos de sus devotos propietarios.
En competición, el XK120 demostró ser tan veloz como hermoso. Leslie Johnson ganó en su debut en Silverstone en 1949, e Ian Appleyard conquistó tres veces consecutivas el Alpine Rally entre 1950 y 1952. Entre 1948 y 1954 se produjeron 12.078 unidades del XK120, seguidas por 8.950 del XK140 y 9.396 del XK150. El motor XK que lo impulsaba permanecería en producción hasta 1992.
D-Type: El conquistador de Le Mans (1954-1957)
En 1954, Jaguar necesitaba dar un salto cualitativo. Ferrari y Mercedes-Benz amenazaban el dominio británico en Le Mans. La respuesta fue el D-Type, diseñado específicamente por el ingeniero jefe William Heynes con un objetivo inequívoco: ganar las 24 Horas de Le Mans.
El D-Type compartía el motor de seis cilindros XK con su predecesor, el C-Type, pero su estructura era revolucionaria. Malcolm Sayer, ingeniero aeronáutico, aplicó tecnología de aviación para crear un chasis monocasco de aleación de aluminio que reducía el peso de 1.013 kg a apenas 880 kg. La carrocería, diseñada con cálculos matemáticos sin usar túnel de viento, presentaba líneas extraordinariamente aerodinámicas con un frontal sin parrilla tradicional, solo una toma de aire para refrigeración.
El motor inicial de 3,4 litros desarrollaba 270 caballos de potencia, suficientes para alcanzar 278 km/h en la recta Mulsanne. En 1955 se introdujo la versión «long nose» con morro alargado y la icónica aleta trasera estabilizadora, mientras que el motor se amplió a 3,8 litros en 1957.

Su debut en Le Mans 1954 fue prometedor pero amargo: el D-Type de Duncan Hamilton y Tony Rolt terminó segundo, apenas dos minutos detrás de un Ferrari. En 1955, Mike Hawthorn e Ivor Bueb lograron la primera victoria, aunque la celebración quedó empañada por el accidente de Pierre Levegh que causó más de 80 muertes, el peor desastre en la historia del automovilismo.
Jaguar se retiró como equipo oficial en 1956, pero el pequeño escudería escocesa Ecurie Ecosse mantuvo viva la llama. Ron Flockhart y Ninian Sanderson ganaron en 1956, y en 1957 los D-Type ocuparon cinco de las seis primeras posiciones. Tres victorias consecutivas en Le Mans certificaron al D-Type como uno de los deportivos de competición más exitosos jamás construidos.

Se fabricaron 18 unidades de equipo oficial, 53 para clientes y 16 versiones XKSS adaptadas para carretera. En 2016, un D-Type ganador de Le Mans 1955 se vendió por 21,78 millones de dólares.
E-Type: La obra maestra que hizo historia (1961-1975)
El 15 de marzo de 1961, en el Salón del Automóvil de Ginebra, Jaguar presentó un vehículo que Enzo Ferrari describió como «el automóvil más bello jamás fabricado». El E-Type llegaba con la difícil misión de suceder a la exitosa serie XK, y lo consiguió superando cualquier expectativa.
Malcolm Sayer, aprovechando su experiencia en aeronáutica y el desarrollo del D-Type, creó una silueta limpia y aerodinámicamente eficiente. El capó alargado, el habitáculo retrasado y la parte trasera redondeada formaban una composición perfecta de líneas y proporciones. En 2008, The Daily Telegraph lo nombró el mejor automóvil de todos los tiempos.
El E-Type inicial montaba el motor de seis cilindros en línea de 3,8 litros heredado del XK: bloque de hierro fundido, culata de aluminio, doble árbol de levas y tres carburadores que entregaban 265 caballos de potencia. Alcanzaba 241 km/h de velocidad máxima y aceleraba de 0 a 100 km/h en 6,9 segundos. Las innovaciones técnicas incluían frenos de disco en las cuatro ruedas, suspensión trasera independiente de doble muelle y el peculiar limpiaparabrisas de triple barra.

Se ofreció desde el inicio en dos carrocerías: roadster y cupé. En 1966 llegó la versión 2+2 con distancia entre ejes ampliada, pensada para el mercado estadounidense. La Serie 1 (1961-1968) es la más codiciada por coleccionistas, con sus faros cubiertos de cristal, parrilla frontal pequeña y diseño original sin concesiones. En 1964 el motor pasó a 4,2 litros, mejorando el par motor y la suavidad de marcha.
La Serie 2 (1968-1971) incorporó cambios exigidos por normativas estadounidenses: faros descubiertos, luces traseras más grandes reposicionadas y parachoques elevados. La Serie 3 (1971-1975) supuso una evolución radical con la introducción del primer motor V12 de Jaguar: 5,3 litros y 272 caballos de potencia que recuperaban las prestaciones originales en un coche que había ganado peso y refinamiento.
En sus 14 años de producción se fabricaron 72.515 unidades, de las cuales solo 20.000 fueron cupés. En 1996, el MOMA de Nueva York adquirió una unidad roadster de 1963 para su colección permanente, convirtiéndose en el tercer vehículo expuesto en tan prestigioso museo.
XJ6: Elegancia con garra (1968-1992)
El 26 de septiembre de 1968, en el Royal Lancaster Hotel de Londres, Jaguar presentó el XJ6, una berlina que Sir William Lyons definió como «el mejor Jaguar jamás construido». Su objetivo era consolidar una gama fragmentada en cuatro líneas diferentes y crear una berlina que combinara prestaciones, elegancia y un rodar silencioso.

El diseño de Lyons resultaba ya maduro en el momento de su presentación, pero conservaba un refinamiento atemporal. La carrocería autoportante de tres volúmenes medía 4.814 mm de largo por 1.770 mm de ancho, con una batalla de 2.765 mm. El maletero ofrecía 344 litros, limitado por los depósitos de combustible gemelos situados a ambos lados de las aletas traseras, necesarios para un consumo que rondaba los 20 litros por 100 kilómetros.
Mecánicamente montaba el veterano motor XK de seis cilindros con doble árbol de levas, ofrecido en dos versiones: 2,8 litros con 140 CV para Europa y 4,2 litros con 173 CV capaz de alcanzar 200 km/h y acelerar de 0 a 100 km/h en 9,7 segundos. La suspensión independiente en las cuatro ruedas, la dirección de cremallera servoasistida y los frenos de disco proporcionaban una dinámica de conducción excepcional para una berlina de lujo.
En 1972 se lanzó la versión de batalla larga y el XJ12 con motor V12 de 5,3 litros, convirtiéndose en la berlina de cuatro puertas más rápida del mundo con 225 km/h de velocidad máxima. La Serie II llegó en 1973 con parachoques más altos para cumplir normativas estadounidenses, aunque la calidad de fabricación bajo British Leyland dejaba mucho que desear.
La Serie III (1979-1992), rediseñada por Pininfarina, presentaba línea de techo más alta, pilares traseros más delgados y una imagen más moderna. Los motores evolucionaron: el 3,4 litros desde 1975, inyección electrónica Lucas-Bosch desde 1978, y versiones «HE» (High Efficiency) del V12 desde 1981. La producción del XJ6 continuó hasta 1987, mientras que el XJ12 alcanzó 1992, estableciendo un récord de longevidad para un diseño básico que permaneció vigente durante 24 años.

El legado para el futuro de Jaguar
Noventa años después de aquel primer SS Jaguar, la marca británica se prepara para su reinvención eléctrica con el mismo espíritu que la fundó: Copy Nothing. Copiar nada. Ser inconfundiblemente diferente. En un mundo donde la homogeneización amenaza la personalidad automovilísticas, Jaguar sigue siendo la prueba de que elegancia, rendimiento y carácter pueden coexistir en cuatro ruedas. La materialización de una filosofía que Sir William Lyons resumió perfectamente: cada automóvil debe combinar rendimiento y belleza. Noventa años después, esa máxima sigue siendo incuestionable.








