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Hispano-Suiza: La marca que fue capaz de desafiar a Rolls-Royce y Bentley

A finales del siglo XIX, en una pequeña aldea de Galicia, España, nació un hombre cuyo nombre resonaría en la historia de la industria automotriz mundial: José María Castro Fernández. Desde sus humildes orígenes, Castro se convertiría en una figura clave en la fundación de una de las marcas más prestigiosas y avanzadas de su tiempo: Hispano-Suiza.

En 1897, José María Castro Fernández se trasladó a Cataluña para dirigir la sucursal de Vic del Banco Vitalicio de España. Fue en este entorno dinámico donde conoció a Emilio de la Cuadra Albiol, un emprendedor con la ambición de producir coches eléctricos. De la Cuadra representaba además a los vehículos Benz en España, una combinación que prometía revolucionar el transporte del país. Sin embargo, el verdadero cambio de rumbo se dio cuando el ingeniero suizo Marc Birkigt se unió a la empresa. Birkigt, un visionario técnico, vio el potencial de los motores de combustión interna sobre los motores eléctricos, una apuesta que marcaría el destino de la compañía.

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El nacimiento de Hispano-Suiza tras los primeros errores financieros

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En el año 1900, la empresa logró desarrollar el primer coche de gasolina en España, un hito histórico que, sin embargo, no fue suficiente para evitar los problemas financieros que pronto siguieron. En 1901, la compañía se vio obligada a suspender pagos. Fue entonces cuando José María Castro Fernández intervino decisivamente, adquiriendo los activos y reestructurando la empresa bajo el nombre «J. Castro, Sociedad en Comandita, Fábrica de Automóviles Hispano-Suiza» en 1902. Birkigt fue contratado como director técnico, una decisión que aseguró el futuro innovador de la empresa.

A pesar de las dificultades económicas, la visión de Castro y la genialidad de Birkigt no tardaron en dar frutos. En 1904, la empresa fue relanzada como “La Fábrica Hispano-Suiza de Automóviles SA” gracias al apoyo financiero de Damiá Mateu y Francisco Seix, quienes también compartían la creencia en el potencial de Birkigt. Bajo esta nueva estructura, Hispano-Suiza comenzó a desarrollar motores avanzados que rápidamente posicionaron a la empresa en la vanguardia de la tecnología automotriz.

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