Cuando se habla de talento en MotoGP, un apellido domina la conversación… sobre todo este año: Márquez. Marc y Álex, los hermanos de Cervera, han marcado una era en el motociclismo moderno, no solo por sus títulos y victorias, sino por la manera en la que han llevado la competición a un terreno familiar. Ambos crecieron rodeados de gasolina, circuitos improvisados y la pasión de unos padres que siempre apoyaron sus sueños, aunque eso significara vivir con el corazón en un puño cada fin de semana.
Hoy, tras más de una década compitiendo al más alto nivel, los Márquez son un fenómeno global. Marc, ocho veces campeón del mundo, y Álex, con títulos en Moto3 y Moto2 y victorias en MotoGP, representan la fusión perfecta entre rivalidad y fraternidad. Son compañeros de entrenamientos, rivales en pista y embajadores de un apellido que ya forma parte de la historia grande del motor. Y lo que más fascina al público es que, detrás de los cascos, siguen siendo dos hermanos normales que comparten piques, risas y retos constantes, tanto en dos como en cuatro ruedas.
5De las dos a las cuatro ruedas: otro terreno de batalla

Aunque el mundial de MotoGP es su terreno natural, los Márquez también han llevado su competitividad a las cuatro ruedas. En sus redes sociales han compartido retos al volante de coches deportivos, karts e incluso experiencias en simuladores de Fórmula 1. Tanto Marc como Álex disfrutan de esta faceta, donde la presión es menor pero la diversión y la rivalidad siguen intactas.
Marc, gran aficionado a la Fórmula 1, ha reconocido que le fascina medirse en coches de alto rendimiento, mientras que Álex ha demostrado tener un estilo de conducción muy fino, incluso fuera de las motos. Estas incursiones en el mundo del automóvil alimentan el mito de que los Márquez son competitivos por naturaleza: no importa el vehículo, siempre buscan ser más rápidos el uno que el otro.