La Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil está advirtiendo a los conductores sobre los peligros del llamado “Efecto Rebote”, una situación que se da a menudo después de haber pasado por un episodio de tensión en la carretera. Imagina que circulas por la autovía a una velocidad constante y, de repente, el coche que va delante clava los frenos o que un vehículo se incorpora a tu carril sin señalizar, obligándote a dar un volantazo y pisar el pedal del freno con fuerza. El corazón se dispara, las manos se agarran al volante con una fuerza que no sabías que tenías y evitas el accidente.
En ese momento, se nota una gran sensación de alivio. Sueltas aire y notas cómo la tensión abandona tus músculos. Crees que el peligro ya ha pasado, pero justo cuando bajas la guardia es cuando se produce el Efecto Rebote. Un fenómeno que no tiene nada que ver con la mecánica del coche, sino con la tuya propia.
2Situaciones comunes en las que se da el Efecto Rebote

Este fenómeno puede surgir en multitud de circunstancias, pero hay algunas que son muy propensas a desencadenarlo. Reconocerlas es el primer paso para poder combatir la situación.
El ejemplo clásico se da cuando hay que frenar de forma brusca en una autovía. El tráfico se detiene de golpe unos metros por delante. Consigues frenar a tiempo, evitando por centímetros chocar contra el coche de delante. El alivio es inmenso, pero el Efecto Rebote puede hacer que no mires por el retrovisor para comprobar si el coche que te sigue también ha podido reaccionar, o que tardes en volver a acelerar cuando el tráfico se reanuda, creando una situación de riesgo con los vehículos que vienen por detrás.
Otro ejemplo muy común es cuando un vehículo te pasa a toda velocidad, apurando al máximo el espacio y obligándote a apartarte. El susto y la indignación te invaden. Una vez que el vehículo se aleja, respiras hondo. Pero esa distracción te hace perder la perspectiva de tu propia conducción. Puede que no te percates de una señal, una salida próxima o de que el coche de delante ha reducido su velocidad.
En carreteras secundarias es frecuente encontrarse con un animal que cruza la calzada, una rama caída tras una tormenta o la carga mal sujeta de un camión que aparece en tu carril. Das un volantazo y esquivas el objeto con el corazón latiendo a mil por hora. Justo después, la relajación del Efecto Rebote puede hacer que no corrijas la trayectoria del todo bien, que no adaptes tu velocidad a la curva que viene a continuación o que no veas a otro coche que circula de frente.
La clave que la Guardia Civil quiere que entiendas es que el incidente inicial rara vez es el que causa el siniestro. El verdadero peligro es la reacción en cadena que provoca en ti. El accidente suele ocurrir segundos después del susto, cuando tu mente está en otro sitio y tu cuerpo ha entrado en ese estado de falsa calma.