Los agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil (ATGC) comenzaron a utilizar los primeros chalecos equipados con airbag el año pasado. En ese momento estrenaron 4.661 unidades, a las que ahora se suma un nuevo suministro de 4.262 nuevos chalecos con airbag para la Guardia Civil.
En total, casi 9.000 guardias civiles disponen ya de este dispositivo de protección en sus desplazamientos. Un equipamiento que fabrica la compañía Fecsa, encargada de las unidades suministradas tanto el pasado año como este 2025 como empresa adjudicataria de los contratos de equipamiento por parte de la Dirección General de Tráfico (DGT).
Este nuevo encargo consolida la apuesta de la DGT por equipar a los agentes con equipamiento de última generación que les permita mejorar la seguridad durante sus desplazamientos en moto, una de las principales demandas de la AEGC (Asociación Española de Guardias Civiles).

El aribag se despliega en milisegundos
Los chalecos desarrollados por Fecsa incorporan un sistema de activación electrónica de alta sensibilidad, capaz de detectar caídas o impactos y activar el inflado del airbag en milésimas de segundo. Este despliegue inmediato proporciona a los agentes de la Guardia Civil, una protección efectiva en zonas vitales como el tórax, abdomen, cuello, espalda, caderas y sacro. Además de amortiguar el impacto, el diseño estabilizador del dispositivo contribuye a prevenir lesiones graves como la hiperflexión de la columna vertebral.
Los chalecos se adaptan también específicamente a las exigencias de la conducción profesional en motocicleta y ofrecen una defensa eficaz frente a golpes y abrasiones producidos por el terreno, la propia motocicleta o terceros vehículos u objetos.

La Guardia Civil comenzó las pruebas en 2019
Mucho antes de su implantación, los chalecos comenzaron a probarse en 2019 por parte de los motoristas de la Escuela de Tráfico de la Guardia Civil de Mérida, que probaron las primeras 30 unidades para determinar que la prenda cumplía con las exigencias y necesidades de la DGT. Posteriormente, hubo un concurso al que optaron las firmas más importantes del sector y que, finalmente, fue adjudicado a la empresa Fecsa.
Además de aportar protección adecuada, los requerimientos que según la DGT debía cumplir esta prenda también añadían características como tener un peso bajo, funcionar de forma autónoma, sin necesidad de cableado y que se pudiera colocar sobre la cazadora del motorista, manteniendo la estética en la vestimenta usada por la Guardia Civil.

Ajustes técnicos por parte de la empresa
En la media en que los agentes de la Guardia Civil han comenzado a utilizar los chalecos, las prendas se han ido perfeccionando y han atravesado un proceso de ajuste técnico para adaptarse a las exigencias reales del servicio en carretera. «Lo que comenzó como una apuesta por la innovación en seguridad vial ha requerido una fase de calibración sobre el terreno, necesaria para adecuar el funcionamiento del dispositivo a las maniobras intensivas y dinámicas propias del trabajo policial en motocicleta», explican desde Fecsa.
Tras la aparición de algunas incidencias la Agrupación de Tráfico y Fecsa activaron un proceso conjunto de revisión técnica. El análisis reveló que el modo de conducción configurado inicialmente —pensado para usuarios civiles— no se ajustaba al perfil operativo de la Guardia Civil. Fecsa respondió recalibrando el software de activación y organizando en solo diez días una operación logística para revisar más de 4.600 chalecos en distintos puntos del país, garantizando su adecuación antes de la operación salida de Semana Santa de 2025.
Tras los ajustes realizados, los chalecos ofrecen hoy una protección ajustada al contexto de uso real y representan un gran avance en la modernización de los equipos de seguridad de la Guardia Civil.
Según el Observatorio Nacional de Seguridad Vial de la Dirección General de Tráfico (DGT), el porcentaje de lesiones de columna en accidentes de motocicleta fue menor en aquellos que usaron chaqueta con airbag (14%) frente a los que solo llevaban ropa protectora normal (27%), y en estos casos, las probabilidades de sufrir lesiones medulares graves se triplican. La evolución de accidentalidad de este tipo de usuarios sigue una tendencia ascendente desde 2014, por lo que su seguridad es prioridad para la DGT.