La seguridad vial da un paso más en su evolución con una estrategia que mezcla discreción y eficacia: las motos camufladas de la Guardia Civil de Tráfico. Por primera vez, este cuerpo ha mostrado públicamente estos vehículos, pensados para patrullar carreteras como si fueran simples motocicletas civiles. El objetivo es claro: detectar infracciones sin ser reconocidos. Aunque ya estaban en circulación desde hace meses, su presentación oficial en Salamanca ha llamado la atención por el cambio que representa en los métodos de vigilancia. Pero ¿realmente son invisibles? ¿Se pueden detectar? ¿Cómo afectan a los motoristas?
Estas motocicletas operan de forma encubierta, pilotadas por agentes vestidos de paisano y sin distintivos policiales. Su presencia busca reducir el número de infracciones graves, especialmente entre motoristas, uno de los colectivos más vulnerables en carretera. En este artículo exploramos cómo funcionan, cómo reconocerlas, qué motivaciones existen detrás de su despliegue y qué reacciones ha generado su uso.
3Comportamiento de los agentes y funciones

Los agentes que conducen estas motos no llevan uniforme ni casco con logotipos oficiales. Su indumentaria es completamente civil, y eso les permite integrarse con facilidad entre los motoristas comunes. Solo se identifican como Guardia Civil cuando detienen al infractor y se colocan el chaleco reflectante reglamentario. Este método evita que los conductores puedan modificar su comportamiento al ver una moto “sospechosa”.
Su función no es sancionar directamente, sino observar y registrar. Muchas veces, el agente camuflado se coordina con otra patrulla oficial, que es la encargada de parar al conductor y tramitar la denuncia. Esto permite que las motos camufladas actúen como “ojos móviles”, capaces de seguir a vehículos durante kilómetros sin levantar sospechas. Además, graban en vídeo muchas de las maniobras peligrosas, lo cual sirve como prueba legal ante posibles recursos.