Seguro que te ha pasado. Introduces una dirección en Google Maps y te sugiere una ruta que no es la más directa. Quizá hay un camino más corto, pero la app insiste en llevarte por una autovía o carretera secundaria más larga. Lo primero que piensas es por qué te hace dar más vueltas. Pero lo cierto es que el gigante tecnológico no se ha vuelto loco ni pretende fastidiarte el viaje.
Google Maps no está diseñado para llevarte por el camino más corto en distancia, sino por el más eficiente en cuanto a tiempo, seguridad e impacto ambiental. La aplicación analiza en tiempo real miles de variables antes de darte una ruta: desde el tráfico hasta la calidad del pavimento, el número de semáforos o el tipo de vía. Para que llegues lo antes posible, pero también de forma segura y sostenible.
1Prioriza el tiempo, no los kilómetros

Google Maps evita el trayecto más corto en distancia porque, en la mayoría de casos, no es el más rápido. Si te propone una ruta por autovía en lugar de una carretera comarcal más directa es porque, a pesar de ser más larga, llegarás antes: menos semáforos, mayor velocidad permitida y menos posibilidades de toparte con un tractor o una caravana de coches detrás de un camión.
Lo de priorizar el tiempo de llegada es especialmente evidente en zonas rurales o pequeños pueblos, donde hay caminos más rectos pero mucho más lentos. El algoritmo de Google detecta patrones de tráfico, embotellamientos y hasta el comportamiento de los conductores según la franja horaria. Lo que para ti puede parecer un atajo, para Google puede ser un embudo.