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El día que Ford intentó comprar Ferrari, fracasó y terminó siendo humillada

En el corazón de la década de 1960, dos titanes de la industria automotriz com Ford y Ferrari se enfrentaron en un choque de culturas y ambiciones. El coloso estadounidense buscaba expandir su imperio hacia el mundo de los deportivos de lujo, mientras que la mítica firma italiana representaba la pasión y la tradición en las pistas de carreras.

Representantes de la firma norteamericana se reunieron con Enzo Ferrari, el legendario fundador de la Scuderia, en busca de una adquisición que cambiaría el panorama del automovilismo. Las negociaciones parecían avanzar con éxito: los americanos se quedarían con la producción de deportivos de calle, mientras que el Cavallino Rampante mantendría el control de la Scuderia y las competencias.

¿Por qué Ford no pudo comprar Ferari?

Al último momento, la pasión de Ferrari por la independencia se impuso. El acuerdo estipulaba que Ford aprobaría el presupuesto de la Scuderia, limitando la autonomía del Commendatore. Ante esta imposición, Enzo se rebeló: «Si quiero competir en Indianápolis y ustedes no lo aprueban, ¿vamos o no?», preguntó con firmeza. La negativa rotunda de los estadounidenses selló el destino de las negociaciones.

Humillado por el rechazo, Henry Ford II juró venganza. «Correremos contra ellos y les ganaremos», proclamó. Destinaron recursos ilimitados a crear un vehículo que destronara a los italianos en Le Mans. Así nació el Ford GT40, un bólido con motor central trasero diseñado para superar los 310 km/h y dominar las rectas de la legendaria carrera francesa. Sin embargo, el camino hacia la gloria no sería fácil.

Ford se quiso vengar y terminó humillado

Ford se quiso vengar y terminó humillado.

La carrera comenzó con buenas perspectivas: un GT40 lideraba, otro marchaba sexto y el tercero, pilotado por Bruce McLaren y Phil Hill, se recuperaba de un contratiempo en la salida. Sin embargo, la tragedia y la mala suerte se ensañaron con el equipo. Dos GT40 abandonaron por un incendio y una caja de cambios rota. Hill y McLaren protagonizaron una remontada épica que se vio truncada por problemas mecánicos. Al amanecer del domingo, el último GT40 en carrera sucumbió ante la dureza de la prueba.

La victoria final correspondió a un triplete de Ferrari, mientras que el mejor Ford, un Cobra Daytona Shelby, finalizó cuarto. La amargura de la derrota caló hondo en Ford, pero solo avivó su determinación de vencer en Le Mans. Este fue solo el primer capítulo de la épica batalla entre Ford y Ferrari por la supremacía en la legendaria carrera francesa. En los próximos años, ambas escuderías protagonizarían duelos memorables, dejando una huella imborrable en la historia del automovilismo.