Volver de la playa después de unos días de descanso siempre trae consigo el coche cubierto de restos que parecen imposibles de eliminar. Ese brillo mate en la pintura, el cristal con huellas blanquecinas y la arena acumulada en las alfombrillas no son simples molestias estéticas: son señales de que tu vehículo ha sufrido el contacto con el entorno marino.
Muchos conductores cometen el error de pensar que basta con pasar la pistola de agua a presión. Sin embargo, según los expertos en detailing, esta práctica no solo es poco eficaz, sino que también puede ser contraproducente. El salitre, la arena y la humedad necesitan un tratamiento mucho más delicado y especializado si no quieres que tu coche envejezca antes de tiempo.
1¿Por qué la playa es el peor escenario para tu coche?

Los días de playa dejan huella, y no solo en la piel. El coche, al estar expuesto al ambiente marino, absorbe partículas de sal que se adhieren a la carrocería, al cristal y a las llantas. El salitre es corrosivo: acelera la oxidación y deteriora elementos metálicos, desde tornillería hasta el propio motor si llega a filtrarse.
La arena, por su parte, actúa como una lija microscópica. Cada vez que abres la puerta o que alguien se sienta con los pies mojados y arenosos, las fibras de los asientos y alfombrillas sufren un desgaste silencioso. A largo plazo, esto se traduce en tejidos descoloridos, plásticos rayados y un interior que pierde confort.