Durante años, los coches diésel han sido los malos de la película. Desde el escándalo del Dieselgate en 2015, con Volkswagen como protagonista, han vivido toda una caza de brujas. Las restricciones urbanas por sus gases contaminantes, los impuestos adicionales, los vetos en las ZBE… todo apuntaba a que su final estaba escrito. Y si tenías uno, probablemente sentiste que estabas en el lado equivocado de la historia.
Sin embargo ahora, un estudio científico alemán lanza un mensaje, como mínimo, incómodo para quienes defendieron la gasolina como alternativa ‘limpia’. Según las investigaciones, los gases emitidos por los coches de gasolina podrían no ser tan inofensivos como se creía. Así que, si pensabas que habías acertado teniendo uno de esos vehículos, puede que también te hayan vendido humo.
3El peligro oculto: los aerosoles orgánicos secundarios

El verdadero enemigo son los SOA. No los ves, no los hueles, pero los respiras. Son gases no detectables al salir del coche; pero, con el paso de las horas, se forman en el aire y pueden ser inhalados fácilmente. Tal y como han demostrado otros estudios, están directamente vinculados a enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
La formación de estos compuestos es especialmente elevada en zonas urbanas, donde hay alta concentración de vehículos. Los motores de gasolina se convierten en fábricas de compuestos orgánicos volátiles (COV) que, al oxidarse, forman esos gases tan perjudiciales para la salud.