Durante años, los coches diésel han sido los malos de la película. Desde el escándalo del Dieselgate en 2015, con Volkswagen como protagonista, han vivido toda una caza de brujas. Las restricciones urbanas por sus gases contaminantes, los impuestos adicionales, los vetos en las ZBE… todo apuntaba a que su final estaba escrito. Y si tenías uno, probablemente sentiste que estabas en el lado equivocado de la historia.
Sin embargo ahora, un estudio científico alemán lanza un mensaje, como mínimo, incómodo para quienes defendieron la gasolina como alternativa ‘limpia’. Según las investigaciones, los gases emitidos por los coches de gasolina podrían no ser tan inofensivos como se creía. Así que, si pensabas que habías acertado teniendo uno de esos vehículos, puede que también te hayan vendido humo.
1Los gases de los gasolina, en el punto de mira
La revista Science Advances ha publicado un estudio que ha disparado las alarmas, realizado por el prestigioso centro Helmholtz Munich en colaboración con la Universidad de Rostock. Su conclusión es contundente: los gases emitidos por los motores de gasolina actuales —los que cumplen la normativa Euro 6d— pueden ser mucho más peligrosos al llegar a la atmósfera de lo que se creía.
Aunque las emisiones que salen directamente del escape no son inmediatamente tóxicas, provocan problemas después. Cuando esos gases entran en contacto con la luz solar y los oxidantes del aire, sufren un envejecimiento fotoquímico que los transforma en una amenaza real para la salud. Los compuestos se vuelven tóxicos, capaces de causar daños al ADN y estrés oxidativo en las células respiratorias.
