La posibilidad de unir Europa con África a través de un túnel submarino ha sido un sueño largamente acariciado por ingenieros, economistas y políticos. Hoy, ese sueño comienza a tomar forma de nuevo gracias al renovado interés de España y Marruecos por conectar ambos continentes a través del Estrecho de Gibraltar. Esta conexión fija, que se inspira en infraestructuras ya en marcha como el túnel Rogfast en Noruega, podría marcar un antes y un después en la historia de la movilidad global.
El objetivo es ambicioso: construir un túnel ferroviario que una Tarifa, en el sur de España, con la ciudad marroquí de Tánger. Si se hace realidad, esta obra de ingeniería no solo transformará la forma en la que personas y mercancías cruzan el Mediterráneo, sino que también será un símbolo tangible de cooperación entre dos continentes históricamente conectados por el comercio, la cultura y ahora, posiblemente, por el acero y el hormigón.
1El referente noruego: el túnel Rogfast

Noruega está a punto de inaugurar una de las obras de ingeniería más desafiantes del siglo XXI: el túnel Rogfast. Con una longitud de 27 kilómetros, se convertirá en el túnel submarino para vehículos más largo del mundo. Su profundidad, que alcanza los 392 metros bajo el nivel del mar, supone un auténtico logro en la construcción de infraestructuras. Este túnel forma parte de la autopista E39, una ruta clave en la conexión del suroeste noruego.
El proyecto Rogfast es considerado una referencia a nivel mundial por la combinación de innovación tecnológica, eficiencia logística y sostenibilidad. Incluye rotondas subterráneas, sistemas de evacuación de emergencia y una iluminación adaptativa para mejorar la experiencia de los conductores. El coste estimado de esta obra ronda los 2.500 millones de euros y su finalización está prevista para 2033. El hecho de que los países nórdicos hayan logrado superar los retos técnicos de una obra de semejante envergadura ha motivado a otros países a seguir su ejemplo.