Hablar de un puente que conecte España y Marruecos no es ciencia ficción, aunque a muchos pueda parecerles un sueño imposible. Desde hace más de un siglo, la idea de enlazar Europa con África mediante una infraestructura fija ha estado sobre la mesa de ingenieros, políticos y visionarios. El Estrecho de Gibraltar, con sus apenas 14 kilómetros en su parte más angosta, se ha convertido en el escenario soñado para tender un puente que cambie para siempre el mapa de la movilidad mundial.
Sin embargo, lo que en teoría parece sencillo —unir dos orillas cercanas— en la práctica es un reto colosal. El mar en esa zona alcanza profundidades que superan los 300 metros, las corrientes son extremadamente intensas y la navegación marítima es una de las más densas del planeta. A esto se suman factores ambientales, sísmicos, políticos y económicos que hacen que el proyecto parezca casi utópico. Pero con el avance de la tecnología, la cooperación internacional y la ambición de seguir creando hitos de ingeniería, la posibilidad de que un día España y Marruecos queden unidos por un puente sigue viva.
2Por qué un puente sobre el estrecho es casi imposible

Los retos técnicos de levantar un puente sobre el Estrecho de Gibraltar son enormes:
- La profundidad. En su punto más estrecho, el Estrecho supera los 300 metros de hondo, lo que obliga a imaginar pilones gigantescos o soluciones flotantes extremadamente complejas.
- El tráfico marítimo. Cada día cruzan más de 300 barcos, entre ellos petroleros, portacontenedores y cruceros. Un puente tendría que dejar paso libre a estas embarcaciones, lo que obligaría a diseñar vanos centrales de dimensiones colosales.
- Condiciones climáticas extremas. El viento de levante, los temporales y la elevada salinidad del mar erosionan cualquier estructura. Un puente de este tamaño requeriría un mantenimiento constante y costosísimo.
- El impacto ambiental. El Estrecho es un área de enorme valor ecológico: aves migratorias, cetáceos y ecosistemas marinos. Una obra de esta magnitud alteraría inevitablemente este frágil equilibrio.
Por todo ello, los expertos consideran que un túnel es más viable que un puente. Pero el atractivo simbólico y visual de imaginar un viaducto uniendo dos continentes mantiene viva la fantasía.