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sábado, 27 septiembre 2025

El día en que España y Marruecos quedarán conectados por un puente: Sí, un puente como este

Un puente sobre el Estrecho de Gibraltar sería una obra de ingeniería monumental, capaz de unir continentes y transformar la movilidad global. Su viabilidad, sin embargo, depende de superar retos técnicos, ambientales y económicos nunca antes vistos en un proyecto de esta magnitud.

Hablar de un puente que conecte España y Marruecos no es ciencia ficción, aunque a muchos pueda parecerles un sueño imposible. Desde hace más de un siglo, la idea de enlazar Europa con África mediante una infraestructura fija ha estado sobre la mesa de ingenieros, políticos y visionarios. El Estrecho de Gibraltar, con sus apenas 14 kilómetros en su parte más angosta, se ha convertido en el escenario soñado para tender un puente que cambie para siempre el mapa de la movilidad mundial.

Sin embargo, lo que en teoría parece sencillo —unir dos orillas cercanas— en la práctica es un reto colosal. El mar en esa zona alcanza profundidades que superan los 300 metros, las corrientes son extremadamente intensas y la navegación marítima es una de las más densas del planeta. A esto se suman factores ambientales, sísmicos, políticos y económicos que hacen que el proyecto parezca casi utópico. Pero con el avance de la tecnología, la cooperación internacional y la ambición de seguir creando hitos de ingeniería, la posibilidad de que un día España y Marruecos queden unidos por un puente sigue viva.

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Los antecedentes de un sueño centenario

fuente: Agencias

La primera vez que se planteó seriamente una conexión fija entre España y Marruecos fue a finales del siglo XIX. Ingenieros europeos empezaron a estudiar el Estrecho con la idea de construir un túnel ferroviario. Ya entonces sabían que la profundidad del mar hacía casi imposible levantar un puente con la tecnología de la época.

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En el siglo XX, especialmente durante los años 70 y 80, los gobiernos de España y Marruecos retomaron los estudios. Se barajó la posibilidad de un túnel submarino, inspirado en el Canal de la Mancha que une Francia y Reino Unido. Sin embargo, la complejidad geológica del Estrecho, mucho mayor que la del canal inglés, frenó el proyecto.

La opción del puente nunca desapareció del todo. Hubo propuestas visionarias, como un viaducto colgante de más de 15 kilómetros de vano central, algo nunca visto hasta hoy. Otros planteaban soluciones híbridas: tramos flotantes, secciones sumergidas o puentes con varios apoyos gigantescos en medio del mar. Todas esas ideas quedaron en el cajón por la falta de tecnología adecuada y el elevadísimo coste.

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