Has encontrado el coche de segunda mano que buscabas. En las fotos se ve impecable, brilla como si acabase de salir del concesionario y, lo mejor de todo, tiene un precio que parece casi un regalo. Puede que incluso te imagines al volante de tu nueva adquisición.
Pero, ¿y si esa pintura reluciente estuviera ocultando una reparación de miles de euros? ¿O si el motor tan limpio es en realidad una trampa para esconder una fuga que te dejará tirado en la primera cuesta? Un experto mećanico desvela los secretos y las trampas más comunes que utilizan para engañarte y cómo evitar que lo hagan.
El engaño más antiguo (y que sigue funcionando) de los coches de segunda mano

Empecemos por el gran clásico de los coches de segunda mano, un timo que lleva décadas funcionando y en el que sigue cayendo muchísima gente: la rebaja de kilómetros en el contador. Hoy, con la tecnología digital, modificar el cuentakilómetros es bastante sencillo para alguien con los conocimientos y las herramientas adecuadas. Te venden un coche con 80.000 kilómetros que en realidad ha recorrido 280.000. El motor, la caja de cambios, la suspensión… todo tiene un desgaste que no tardará en dar la cara, pero tú lo has pagado como si estuviera casi nuevo.
El truco para evitar que te engañen con el cuentakilómetros está en buscar las pistas que el vendedor no ha podido borrar. El odómetro puede mentir, pero el desgaste físico no.
Fíjate bien en el volante. ¿Está muy liso, brillante o incluso pelado en las zonas donde más se ponen las manos? Eso no es propio de un coche con pocos kilómetros. Observa los pedales del freno, el embrague y el acelerador. Si la goma está desgastada o incluso ha desaparecido en algunas zonas, desconfía. Lo mismo ocurre con el pomo de la palanca de cambios o la tela del asiento del conductor, sobre todo en el lateral izquierdo por donde rozas al entrar y salir.
Si estos elementos muestran un uso intensivo que no se corresponde con la cifra que ves en el panel, tienes una señal de alarma muy clara. Y por supuesto, pide siempre la ficha de la ITV y el libro de mantenimiento. Ahí quedan registrados los kilómetros en cada inspección, y si hay saltos extraños o el vendedor te dice que lo ha perdido, lo más probable es que tenga algo que ocultar.
Un motor reluciente a veces esconde lo peor

Abres el capó del coche de segunda mano y te quedas maravillado. El motor está tan limpio que parece que no se ha usado nunca. Mucha gente piensa que esto es una buena señal, un síntoma de que el coche ha sido cuidado con mimo. La realidad, según nos cuentan los que saben de esto, suele ser justo la contraria. Es inevitable que un motor con un uso normal tenga algo de polvo y suciedad. Sin embargo, muchos vendedores y compraventas deshonestos le dan un petroleado a presión al motor justo antes de ponerlo a la venta.
La razón por la que lo hacen es muy sencilla: un motor recién lavado es la mejor forma de ocultar fugas de aceite, líquido refrigerante o cualquier otro fluido. Una pequeña mancha de aceite que delataría una junta en mal estado o un retén que necesita ser cambiado desaparece con el lavado a presión. Enseñan el coche, lo pruebas durante unos minutos y todo parece perfecto. Pero después de unos días de uso, cuando el motor vuelve a coger temperatura y a funcionar con normalidad, la fuga vuelve a aparecer. Y lo que era un coche «perfecto», ahora es un coche que deja una mancha en el garaje y que necesita una reparación costosa.
Por eso, desconfía de un motor exageradamente limpio en un coche de segunda mano. Un poco de polvo es un signo de honestidad.
Hay una comprobación muy sencilla que puedes hacer en menos de diez segundos y que te puede salvar de un problema gravísimo. Con el motor frío y apagado, abre el tapón por donde se rellena el aceite del motor y mira la parte de abajo. Si ves una especie de pasta blanquecina o de color café con leche, similar a la mayonesa, abandona la idea de comprar ese coche. Ese residuo se forma cuando el agua se mezcla con el aceite, y suele ser un síntoma inequívoco de un problema en la junta de la culata, una de las averías más caras que puede tener un motor, ya que implica desmontar gran parte del mismo.
La gran mentira del vendedor de segunda mano

Casi todos los vendedores te dirán que el coche nunca ha tenido un golpe y que la pintura es la original, pero pocas veces es verdad. La mayoría de los coches con varios años han tenido algún pequeño roce de aparcamiento o algún golpe leve. El problema no es ese, sino cuando el coche ha sufrido un accidente importante y ha sido reparado de mala manera para venderlo rápido y barato. Un golpe de segunda mano con una mala reparación estructural no solo es una fuente de problemas futuros, sino que compromete tu seguridad.
Para detectar si un coche ha sido repintado, agáchate y mira el coche desde diferentes ángulos buscando cambios de tonalidad o de brillo entre las distintas piezas. Pasa la mano por los bordes de las puertas o el capó. Si notas un tacto rugoso, es posible que sea porque no se ha enmascarado bien la zona al pintar.
Otro truco infalible es fijarse en las holguras que hay entre las puertas y la carrocería, o entre el capó y las aletas. De fábrica, estas separaciones son uniformes y simétricas en ambos lados del coche. Si ves que en un lado el capó está más pegado a una aleta que a la otra, o que una puerta no encaja bien del todo, es una prueba casi segura de que esa zona ha sido reparada tras un golpe.
Una inspección un poco más a fondo puede revelar la verdad definitiva. Levanta la moqueta del maletero y busca en la zona del hueco de la rueda de repuesto. Las soldaduras de fábrica se hacen con robots y son muy limpias y regulares. Las soldaduras de un taller de chapa, por muy bien que trabajen, suelen ser más irregulares y a menudo se cubren con masillas especiales. Lo mismo ocurre si miras en el vano motor, en las puntas del chasis. Si ves soldaduras extrañas, arrugas en el metal o masilla, ese coche ha tenido un golpe fuerte y es mejor que busques otro.
Además de revisar estos elementos, pide que te dejen hacer una prueba de conducción. Un paseo de al menos 20 o 30 minutos poniendo en funcionamiento todos los elementos del coche (acelerador, frenos, aire, etc.) es tu mejor herramienta para detectar problemas que no se ven a simple vista. Si el vendedor te pone pegas o te dice que no tiene tiempo, desconfía. Quien no tiene nada que ocultar, te dejará probar el coche sin ningún problema.