El verano es época de viajes, playa y aventuras en la carretera. Y no hay nada más frustrante que ver cómo tu viaje perfecto se convierte en una pesadilla por una avería inesperada en tu coche. Pero la realidad es que cada año miles de conductores se encuentran con el mismo problema: el calor extremo y el uso intensivo del vehículo durante las vacaciones lo ponen a prueba, y a veces no la logran superar.
Si quieres evitar que tus vacaciones se vean frustradas, necesitas saber cuáles son los elementos que más sufren y que podrían dejarte tirado en mitad de la nada. Esto es lo que necesitas saber para que el calor no le gane la batalla a tu coche este verano.
La batería

Todo conductor sabe que, en invierno, el frío exige a la batería un esfuerzo extra para arrancar, pero la mayoría desconoce que el calor del verano puede ser incluso más dañino. Las altas temperaturas aceleran el proceso de evaporación del ácido interno de la batería, produciendo un efecto de secado que es crítico sobre todo si tiene unos años y se acerca al final de su vida útil.
Hay algunas señales que avisan de que la batería está sufriendo. Puede que notes que le cuesta arrancar por las mañanas, o que las luces del salpicadero parpadean. Si esto ocurre, no lo dejes pasar. Lo más probable es que necesites un cambio. Es importante que sepas que los coches modernos, sobre todo los que cuentan con sistema Start-Stop, usan baterías especiales, y su reemplazo no es tan sencillo como antes. Siempre, ante cualquier duda, acude a un profesional. Él sabrá cuál es la batería adecuada para tu coche y cómo instalarla sin causar daños en la compleja electrónica.
El sistema de refrigeración

El motor de tu coche trabaja siempre a temperaturas muy elevadas. En verano, con el asfalto ardiendo y el aire exterior a más de 30 grados, necesita una ayuda extra para no recalentarse. Aquí es donde entra en juego el sistema de refrigeración, cuya misión principal es mantener la temperatura del motor a raya, evitando que se «cueza».
Si los niveles de líquidos, sobre todo el líquido refrigerante, no están donde deben, o si hay alguna pequeña fuga o problema en el circuito, el motor puede sufrir daños muy graves. Un sobrecalentamiento puede deformar piezas, dañar la junta de la culata o incluso llegar a gripar el motor, lo que se traduce en una de las averías más caras y temidas que puedes tener. Además del refrigerante, otros líquidos como el aceite también juegan un papel fundamental. Un aceite en mal estado o en nivel bajo no lubricará bien las piezas, aumentando la fricción y, por lo tanto, el calor generado.
Los electroventiladores también pueden fallar y, si no funcionan, la capacidad de tu coche para refrigerar el motor se verá seriamente comprometida. Por eso, antes de cada viaje largo en verano, es muy importante que revises estos niveles y busques cualquier señal de fuga o de que el coche expulsa vapor por la parte delantera. Un mantenimiento preventivo y una atención a tiempo pueden ahorrarte un disgusto.
El aire acondicionado

El aire acondicionado es, sin duda, uno de los elementos más necesarios en verano. Pero también es uno de los sistemas que más se exige en esta época y, por lo tanto, uno de los que más fallos presenta. La falta de uso durante el invierno, combinada con un uso excesivo y continuado en verano, es la receta perfecta para los problemas.
Puede que notes que el aire no enfría tanto como antes, que sale un olor extraño o que escuchas ruidos al encenderlo. Las causas pueden ser variadas: desde una pequeña fuga de gas refrigerante que ha ido vaciando el circuito poco a poco, hasta un filtro de habitáculo obstruido por suciedad o polvo que impide el correcto flujo del aire. Incluso puede haber problemas más complejos en el compresor.
Una simple recarga de gas puede solucionar el problema si la fuga es mínima, pero si el problema persiste o es más grave, necesitarás que un taller revise a fondo el sistema. No esperes a que el calor sea insoportable para darte cuenta de que el aire acondicionado no funciona. Un mantenimiento regular y estar atento a los primeros síntomas te garantizará un viaje fresco y agradable.
Los neumáticos en verano

Los neumáticos son el único punto de contacto de tu coche con la carretera. En verano, con las altas temperaturas del asfalto y los largos desplazamientos por autovías, sufren un desgaste mucho mayor y más rápido. El calor y la fricción constante hacen que el caucho se degrade más deprisa.
Es fundamental que revises el estado de tus neumáticos con regularidad. No solo se trata de mirar el dibujo; aunque es importante que la profundidad de las ranuras sea la adecuada para asegurar un buen agarre, también debes buscar cualquier indicio de bultos, cortes, grietas o malformaciones en los flancos. Un pequeño bulto podría ser una señal de que la estructura interna del neumático está dañada y podría reventar en cualquier momento, sobre todo con el calor y la velocidad.
También hay que vigilar la presión. Una presión incorrecta, ya sea por exceso o por defecto, afecta el comportamiento del coche, aumenta el consumo de combustible y acelera el desgaste del neumático. Una presión adecuada no solo prolonga la vida de tus neumáticos, sino que también es un factor clave en tu seguridad y en la eficiencia de tu vehículo.
Sistemas eléctricos y electrónicos

El alternador es un componente vital que se encarga de generar la electricidad necesaria para todos los sistemas eléctricos del coche y para recargar la batería mientras el motor está en marcha. En verano, con el uso intensivo del aire acondicionado, los ventiladores, el sistema de infoentretenimiento y otros dispositivos electrónicos, la demanda de electricidad aumenta de forma considerable.
Esta mayor carga de trabajo puede acelerar el desgaste de componentes como la correa del alternador. Si se desgasta o se rompe, el alternador dejará de funcionar y tu batería no se cargará, dejándote sin energía en poco tiempo. Un alternador averiado es una de las principales razones por las que un coche termina en el taller en verano.
Además del alternador, las altas temperaturas pueden afectar a otros sistemas electrónicos más sensibles como el navegador, los cuadros de instrumentos digitales o los sistemas de infoentretenimiento. Aunque están diseñados para soportar ciertas temperaturas, el calor extremo y prolongado puede provocar fallos temporales o incluso permanentes. Puede que la pantalla se apague, que la imagen se congele o que el sistema se reinicie de repente. En estos casos, a menudo es un aviso de que la electrónica está trabajando al límite.
El verano es una época para disfrutar, pero también una temporada muy exigente para tu coche. Todos los elementos trabajan más de lo habitual, e ignorar las señales o no realizar un mantenimiento preventivo puede salirte muy caro, tanto en dinero como en tiempo y frustración. No dejes que una avería inesperada arruine tus planes.