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domingo, 24 agosto 2025

El RACC de Noruega abre un Tesla Model 3 con seis años y alucina con lo que encuentran en su interior: ¿te lo comprarías?

Noruega es, sin lugar a dudas, el país europeo donde los coches eléctricos se han consolidado como la opción de movilidad preferida por los conductores. Allí, Tesla ocupa una posición dominante, con una cuota de mercado que ha convertido al Model 3 en un vehículo cotidiano, casi tan común como los compactos de gasolina en el sur de Europa. En este contexto, el RACC de Noruega (la organización equivalente a nuestro RACE en España) decidió someter a examen a un Tesla Model 3 con seis años de antigüedad y un uso considerable. El resultado de la inspección sorprendió incluso a los propios técnicos que participaron en la evaluación: el coche parecía prácticamente nuevo por dentro y por fuera, y lo más relevante, su batería conservaba una capacidad de uso muy cercana a la original.

Este hallazgo plantea un debate muy interesante para los conductores europeos: ¿tiene sentido invertir en un Tesla de segunda mano con varios años a sus espaldas? ¿Qué riesgos y ventajas supone comprar un vehículo eléctrico usado frente a un modelo recién salido del concesionario? El informe del RACC noruego ofrece claves muy reveladoras para responder a estas preguntas.

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Apariencia impecable, casi de museo

Foto: Ford.

Lo primero que llamó la atención de los técnicos fue el estado visual del coche. A pesar de tener seis años de uso, la carrocería del Model 3 apenas presentaba rasguños superficiales. La pintura mantenía el brillo característico de fábrica y los ajustes de las puertas, el capó y el maletero seguían alineados, algo que no siempre ocurre en coches con tanto tiempo de rodaje. Este detalle hizo pensar que el propietario había sido especialmente cuidadoso tanto en la conducción como en el mantenimiento exterior.

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En el interior, la sorpresa fue aún mayor. La tapicería de los asientos, fabricada en cuero sintético, no mostraba grietas ni desgaste evidente. Los pedales conservaban buen aspecto y el volante estaba prácticamente intacto, sin esas señales habituales de uso que se acumulan con los años. Incluso la pantalla central, el “cerebro” del Tesla, estaba libre de arañazos importantes. El habitáculo transmitía la sensación de un coche seminuevo más que de un vehículo con seis años de uso intensivo en un país de inviernos tan duros como Noruega.

Espalda
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