En el mundo del fútbol, los árbitros son los encargados de mantener la disciplina y garantizar el cumplimiento de las reglas dentro del terreno de juego. Sin embargo, en un giro insólito de los acontecimientos, dos jueces internacionales, Bartosz Frankowski y Tomasz Musial, se encontraron en el centro de una controversia que nada tiene que ver con el deporte.
Ambos fueron detenidos en la ciudad de Lublin, Polonia, no por sus actuaciones en el campo, sino por haber robado una señal de tráfico. La noche de la detención, las autoridades locales recibieron una llamada inusual: varios hombres habían sido vistos caminando por las calles con una señal de tráfico en su poder. Lo que parecía ser una broma de mal gusto tomó un giro más serio cuando los agentes, al llegar al lugar de los hechos, descubrieron quienes eran.
Detalles del robo que habían hecho estos árbitros

Lo que podría haber sido un simple acto de vandalismo juvenil se tornó en un escándalo internacional debido a la notoriedad de los involucrados. Según el medio polaco TVP Sport, los árbitros, en un estado evidente de embriaguez, llevaban la señal de tráfico bajo el brazo mientras se dirigían a un centro comercial cercano. Los controles de alcoholemia revelaron que Frankowski tenía una tasa de 1,7 miligramos por litro de aire espirado, mientras que Musial registró 1,8.
El incidente tuvo repercusiones inmediatas en el ámbito deportivo. La UEFA, organismo rector del fútbol europeo, se vio obligada a sustituir a los árbitros para el partido entre el Dínamo de Kiev y el Glasgow Rangers, que estaba programado para celebrarse en el Lublin Arena. La inesperada ausencia de ambos generó un revuelo en el mundo del fútbol, ya que ambos eran considerados árbitros experimentados y de alto nivel.
Las declaraciones de los árbitros

En una declaración pública, Bartosz Frankowski expresó su remordimiento: “Todavía estoy intentando encontrar palabras para expresar cuánto lamento lo ocurrido. No puedo creer que haya hecho algo así. Es realmente difícil justificarlo porque no fue un comportamiento lógico”. Estas palabras reflejan no solo la incredulidad ante sus propias acciones, sino también el reconocimiento de la gravedad de la situación.
Este tipo de conductas, aunque aisladas, subrayan la importancia de la responsabilidad personal, especialmente para figuras públicas y profesionales que representan no solo a sí mismos, sino también a las instituciones que los respaldan. En países como España, por ejemplo, el robo o la alteración de señales de tráfico puede acarrear multas severas, que van desde los 3.000 hasta los 20.000 euros, dependiendo de las circunstancias. Estas medidas buscan prevenir conductas que pongan en peligro la seguridad vial.