Cuando la DGT decide colocar un radar en algún punto, la primera idea que nos viene a la cabeza, casi de forma automática, es que lo hacen para recaudar más dinero. Es una creencia muy extendida. Sin embargo, el organismo explica que los criterios para su colocación están basados en datos reales y análisis de peligrosidad.
Antes de que termine el año, la DGT se propone añadir más de 100 nuevos radares a las carreteras españolas. ¿Cuáles son las pautas que utiliza para decidir su ubicación?
2¿Cómo se decide dónde se pone un radar?

La DGT utiliza un método científico y muy detallado para determinar el lugar en el que colocará un nuevo radar. El proceso empieza por realizar un análisis de la siniestralidad. Lo primero que hacen es identificar los tramos de carretera con un alto índice de accidentes, lo que se conoce como puntos negros.
Pero no todos los puntos negros son iguales. Para saber si la velocidad es la causa principal de los accidentes en ese lugar, se investigan los datos de cada siniestro. Se revisan los informes de la Guardia Civil de Tráfico, los atestados, los testimonios y, si es posible, las grabaciones de las cámaras de vigilancia. Así se puede determinar si el exceso de velocidad ha sido un factor decisivo.
Además de los puntos negros, también se estudian los tramos de concentración de accidentes, aquellos en los que, aunque no haya habido tantos accidentes graves, sí que se han registrado muchos siniestros en los que la velocidad ha sido un factor recurrente.
Una vez que se ha identificado un tramo problemático y se ha confirmado que el exceso de velocidad es una de las causas, se valora la instalación de un radar. Pero no es el único factor.
También se consideran factores como las pendientes, las curvas, la anchura de los carriles, el estado del asfalto, la visibilidad y la presencia de entradas y salidas de otras carreteras. Por ejemplo, en tramos con pendientes descendentes muy pronunciadas, los vehículos tienden a coger más velocidad, lo que aumenta el riesgo de accidente. En estos lugares, un radar puede ser una herramienta muy eficaz para obligar a los conductores a reducir la velocidad y conducir de forma más segura.