La Dirección General de Tráfico (DGT) lleva años trabajando en campañas de concienciación para reducir el número de víctimas en carretera. Una de las causas más comunes de siniestralidad sigue siendo el alcohol, incluso en pequeñas cantidades. Aunque a simple vista pueda parecer que la solución más lógica sea aplicar una tasa 0,0 de alcoholemia para todos los conductores, la realidad es más compleja. Y precisamente por eso, la DGT ha optado por mantener una pequeña tolerancia, justificándola por razones tanto legales como técnicas. Porque a veces, incluso lo que parece más seguro sobre el papel, puede generar consecuencias no deseadas en la práctica.
En lugar de aplicar una política de tolerancia cero absoluta, la DGT ha fijado el límite en 0,1 mg/l de aire espirado (equivalente a 0,2 g/l en sangre) para la mayoría de los conductores, y con límites más estrictos para noveles y profesionales. ¿Por qué no directamente 0,0? Vamos a ver los motivos que justifican esta decisión y cómo afecta realmente a la seguridad vial.
2Impacto del alcohol en la conducción
Aun así, que la ley permita cierto margen no significa que conducir con una mínima cantidad de alcohol sea inocuo. Al contrario, los estudios demuestran que incluso cantidades muy pequeñas de etanol pueden alterar la capacidad de reacción del conductor, su atención y su percepción del entorno. La ingesta de una sola copa puede suponer una diferencia crítica en situaciones de emergencia.
Según datos de organismos europeos de seguridad vial, el riesgo de verse implicado en un accidente se triplica con tasas de alcohol en sangre superiores a 0,3 g/l. Y aunque muchas personas consideran que están “perfectamente” después de beber una cerveza o una copa de vino, la realidad es que sus habilidades ya están comprometidas.
Por eso, la DGT mantiene su mensaje claro: la única tasa verdaderamente segura es 0,0. Aunque no se sancione hasta cierto umbral, lo recomendable desde el punto de vista médico y de seguridad es no consumir absolutamente nada si se va a conducir.