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miércoles, 23 julio 2025

El aviso a todos aquellos que llenan el depósito de tu limpiaparabrisas solo con agua: Tener mucho cuidado

Es un gesto casi inconsciente, una costumbre heredada que repetimos casi sin pensarlo. Pones en marcha el limpiaparabrisas, ves que se ha quedado sin líquido y al llegar a casa, coges una botella o una jarra de agua del grifo y rellenas el depósito. Es rápido, fácil y, sobre todo, gratis. Pero ese simple acto que parece inofensivo podría estar preparando el terreno para una de las averías más tontas y costosas en tu coche. Lo que parece un ahorro insignificante hoy, podría convertirse en una factura de taller de cientos de euros mañana. Presta mucha atención, porque lo que estás a punto de leer cambiará para siempre tu forma de ver ese pequeño depósito con tapón azul.

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El problema de la cal que puede destrozar tu limpiaparabrisas

limpiaparabrisas
Fuente propia

Para entender el primer gran problema, solo tienes que mirar la alcachofa de la ducha de tu casa. ¿Ves esas pequeñas incrustaciones blancas que se acumulan con el tiempo? Es cal, un conjunto de minerales como el calcio y el magnesio que están presentes en el agua corriente en muchas zonas de España. Ahora, imagina esa misma sustancia acumulándose día tras día dentro del sistema del limpiaparabrisas de tu coche.

Al principio no notarás nada, pero poco a poco la cal se adhiere a las paredes del depósito, a los conductos que transportan el líquido y a las pequeñas boquillas en el capó por donde sale el líquido disparado hacia la luna. Sus orificios son diminutos, calibrados con precisión para rociar el cristal de manera uniforme.

Cuando la cal empieza a obstruirlos, el primer síntoma es que el chorro de agua pierde presión y dirección. En lugar de cubrir el parabrisas, sale un chorrito débil o desviado, incapaz de limpiar bien la suciedad. Si ignoras esta señal, la obstrucción se volverá total. Llegará un momento en el que, por mucho que acciones la palanca, no saldrá nada. Y no se soluciona soplando o intentando meter un alfiler, un gesto que a menudo daña para siempre este elemento.

La única solución real en este punto es llevar el coche al taller para que un profesional desmonte el sistema, limpie los conductos y, en el peor de los casos, sustituya los eyectores y la bomba que impulsa el líquido, que también sufre por el sobreesfuerzo al intentar empujar contra una obstrucción. Una reparación que, por una tontería como usar agua del grifo, puede superar fácilmente los 200 euros.

La avería silenciosa que llega en invierno

frío
Fuente propia

Si el problema de la cal te parece grave, el que viene a continuación es todavía más catastrófico para el sistema. El agua tiene una propiedad física que todos conocemos: a los 0 grados se congela y, al hacerlo, aumenta su volumen. Este principio físico tan simple es una bomba de relojería dentro de tu coche durante los meses de invierno o si vives en zonas de montaña.

Imagina que dejas el coche en la calle una noche de helada. La temperatura baja de cero y el agua que has puesto en el depósito del limpiaparabrisas se convierte en un bloque de hielo. Al expandirse, ejerce una presión brutal sobre las paredes del depósito de plástico. Lo más probable es que lo raje o lo rompa por completo. Pero el hielo también se forma en los manguitos y, lo que es peor, dentro de la bomba.

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Si a la mañana siguiente, sin ser consciente de que todo está congelado, intentas activar el limpiaparabrisas, forzarás el motor de la bomba, que intentará mover un líquido sólido. El resultado más probable es que el motor se queme. En un solo gesto, habrás provocado una avería múltiple: depósito rajado y bomba quemada. Una reparación que implicará la sustitución de varias piezas y una factura que te hará arrepentirte de no haber gastado unos pocos euros en el producto adecuado. Un líquido limpiaparabrisas específico contiene anticongelantes que reducen el punto de congelación, protegiendo todo el sistema incluso en condiciones adversas.

El agua no limpia un parabrisas

parabrisas sucio
Fuente propia

Aunque en otros casos es muy efectiva, en el caso del cristal del coche el agua es un limpiador deficiente. Un parabrisas limpio no es una cuestión de estética, es un elemento crucial para una conducción segura.

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Piensa en la suciedad típica que se acumula en la luna: mosquitos estampados, resina de los árboles, excrementos de pájaros y los humos de otros vehículos, entre otras cosas. El agua, por sí sola, es incapaz de disolver estos elementos. Lo único que consigue es esparcirlos por toda la superficie, creando una película borrosa y pegajosa.

El resultado es un problema de visibilidad. Además, al no limpiar bien, obligas a las escobillas a rascar sobre una superficie sucia y abrasiva, lo que acelera su desgaste y reduce su vida útil. Un líquido específico contiene detergentes y disolventes diseñados para descomponer la grasa y la suciedad orgánica, dejando el cristal impecable y garantizando una visibilidad perfecta en cualquier circunstancia.

Por todo esto, la próxima vez que se agote, no rellenes el depósito del limpiaparabrisas con agua. Mejor acércate a una gasolinera o a una tienda de recambios y, por el precio de dos cafés, compra una botella de líquido específico para este circuito. Es una de las inversiones más inteligentes y baratas que puedes hacer por tu coche.

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