El final del verano no solo marca el regreso a la rutina, también nos recuerda que nuestro coche necesita atención. Después de largos viajes, altas temperaturas y algún que otro imprevisto, toca hacer balance y pensar cuánto dinero cuesta mantenerlo en forma. Aquí es donde muchos conductores respiran hondo: la factura del mantenimiento nunca es tan sencilla de calcular como parece.
Porque mantener un coche no se limita únicamente a pasar la revisión anual. Hay que sumar el seguro, el impuesto de circulación, el cambio de neumáticos, pequeñas reparaciones inesperadas y, cómo no, el combustible. Todo ello forma una montaña de gastos que, si no se planifican, pueden dar un buen susto al bolsillo.
4Neumáticos y reparaciones: el factor sorpresa

Los neumáticos son otro de los grandes olvidados en los cálculos de muchos conductores. Sin embargo, cambiarlos es obligatorio cuando la seguridad lo requiere. Un juego completo puede costar entre 300 y 600 euros, dependiendo de la marca y de las dimensiones de las ruedas.
A esto hay que añadir las reparaciones inesperadas: una batería que dice basta, una avería en el sistema de frenos o un fallo eléctrico. Nadie está libre de estas sorpresas, y es aquí donde el presupuesto anual de mantenimiento se puede disparar. Es recomendable reservar siempre un pequeño colchón económico para imprevistos.