El final del verano no solo marca el regreso a la rutina, también nos recuerda que nuestro coche necesita atención. Después de largos viajes, altas temperaturas y algún que otro imprevisto, toca hacer balance y pensar cuánto dinero cuesta mantenerlo en forma. Aquí es donde muchos conductores respiran hondo: la factura del mantenimiento nunca es tan sencilla de calcular como parece.
Porque mantener un coche no se limita únicamente a pasar la revisión anual. Hay que sumar el seguro, el impuesto de circulación, el cambio de neumáticos, pequeñas reparaciones inesperadas y, cómo no, el combustible. Todo ello forma una montaña de gastos que, si no se planifican, pueden dar un buen susto al bolsillo.
1El mantenimiento básico: más importante de lo que parece

Un coche necesita revisiones periódicas para asegurar que sigue funcionando correctamente. El cambio de aceite, la revisión de filtros, el chequeo de frenos o el control de los niveles de líquidos son operaciones rutinarias que pueden parecer menores, pero que son vitales para evitar averías más costosas. Estas revisiones básicas tienen un coste medio de unos 120 euros.
Si añadimos revisiones más completas —como las que se hacen cada cierto número de kilómetros o cada dos años, según el fabricante—, la cifra aumenta. Estos mantenimientos más profundos pueden situarse entre 200 y 300 euros. Aunque pueda parecer mucho, a la larga son una inversión en seguridad y en prolongar la vida útil del vehículo.