¿Sabías que un habitáculo a 35 grados puede hacer que tu tiempo de reacción al conducir sea similar al de una persona con una tasa de alcoholemia de 0,5 g/l? Parece una exageración, pero es una realidad científica. El verano esconde un peligro del que pocos conductores son conscientes. No se trata solo de la incomodidad de sudar al volante; el calor extremo transforma tu coche y tu cuerpo, convirtiendo un trayecto rutinario en una situación de alto riesgo.
Northgate, empresa especializada en coches de alquiler y renting, ha elaborado una guía con consejos prácticos para conducir seguro en la época más calurosa del año.
El peligro de conducir con calor

Cuando el termómetro sube, la percepción del riesgo al volante tiende a bajar. Asociamos el peligro con la lluvia, la niebla o el hielo, pero el sol radiante transmite una falsa sensación de seguridad. Sin embargo, las altas temperaturas afectan tanto al conductor como a la mecánica del vehículo de formas que a menudo subestimamos. Comprender estos efectos es el primer paso para poder combatirlos eficazmente y garantizar un viaje seguro para ti y los tuyos.
El cuerpo humano es una máquina de precisión que funciona de manera óptima en un rango de temperatura muy concreto. Cuando el calor aprieta, nuestro organismo activa mecanismos para refrigerarse, como la sudoración, lo que puede llevar a la deshidratación. Esta pérdida de líquido, incluso si es leve, provoca una disminución de la atención, aumenta la fatiga y ralentiza la capacidad de procesar información y tomar decisiones.
Conducir con una temperatura interior de 35 ºC, algo muy común en un coche aparcado al sol durante apenas una hora, hace que el conductor deje de percibir hasta el 20% de las señales de tráfico y que sus reflejos se vean mermados. Produce somnolencia, irritabilidad y estrés, una combinación fatal al volante. El cerebro procesa las cosas más despacio, los músculos responden con más torpeza y la agresividad puede aumentar. En esencia, te conviertes en un conductor mucho menos fiable aunque no te des cuenta.
El coche también sufre las consecuencias del calor extremo. El asfalto caliente y las largas exposiciones al sol ponen a prueba la resistencia de sus componentes. Uno de los elementos que más padece son los neumáticos. El calor aumenta la presión del aire en su interior, lo que, combinado con un firme a alta temperatura, eleva exponencialmente el riesgo de sufrir un reventón, una de las situaciones más peligrosas que se pueden vivir en la carretera.
El motor es otro de los grandes damnificados. El sistema de refrigeración tiene que trabajar a pleno rendimiento para evitar un sobrecalentamiento, una avería que puede ser muy costosa y que te dejará tirado en el peor momento posible. Los frenos también pierden eficacia con el calor excesivo, un fenómeno conocido como «fading» que alarga la distancia de frenado. Incluso el sistema de aire acondicionado, nuestro gran aliado, puede fallar si no ha tenido un mantenimiento adecuado.
Prepara el coche contra las altas temperaturas

La mejor forma de combatir los efectos del calor es anticiparse. Una revisión a fondo del vehículo antes de emprender un largo viaje en verano es imprescindible. Una empresa especializada en el alquiler y gestión de flotas como Northgate sabe que un coche bien mantenido es un coche seguro, y esos mismos principios debes aplicarlos a tu vehículo particular.
Antes de salir, y siempre con los neumáticos en frío, comprueba la presión. Una presión incorrecta no solo aumenta el riesgo de reventón, sino que también incrementa el consumo de combustible y desgasta las gomas de forma irregular. Y no te olvides de la profundidad del dibujo. El límite legal es de 1,6 milímetros, pero por debajo de 2 milímetros el neumático ya pierde gran parte de su eficacia, sobre todo si te sorprende una tormenta de verano.
Revisa el nivel del líquido refrigerante en el vaso de expansión, siempre con el motor frío. Asegúrate de que se encuentra entre las marcas de máximo y mínimo. Si el nivel es bajo, rellénalo con un líquido específico, nunca con agua.
Comprueba también el nivel de aceite con la varilla y asegúrate de que tiene el color y la viscosidad adecuados. Un aceite en mal estado pierde sus propiedades lubricantes y protectoras, especialmente a altas temperaturas. Si se acerca la fecha del cambio, no lo dudes y hazlo antes de salir de viaje.
Si notas que el aire acondicionado tarda mucho en enfriar o que no sale con la suficiente fuerza, es probable que necesite una recarga de gas o una revisión del sistema. No lo dejes para después. Para usarlo de forma eficiente, al entrar en el coche abre las ventanillas durante un par de minutos para expulsar el aire caliente acumulado y luego enciende el climatizador.
Consejos de conducción para un viaje seguro bajo el sol

Una vez que el coche está a punto, es el momento de centrarse en el propio acto de conducir. Hay una serie de hábitos que debes adoptar para que el viaje sea tan placentero y seguro como el destino.
Siempre que sea posible, evita conducir en las horas centrales del día, entre las 12 del mediodía y las 5 de la tarde, cuando el sol y el calor son más intensos. Madrugar un poco o conducir al atardecer hará tu viaje mucho más cómodo y seguro. Planifica paradas cada dos horas o cada 200 kilómetros para estirar las piernas, refrescarte y despejar la mente.
Lleva siempre agua fresca o bebidas isotónicas en el coche. Bebe con frecuencia, incluso antes de tener sed. La sed es un primer síntoma de deshidratación. Evita las bebidas azucaradas o con cafeína en exceso. Del mismo modo, opta por comidas ligeras y frescas. Una comida copiosa provocará una digestión pesada y aumentará la somnolencia, justo lo que queremos evitar.
Utiliza ropa holgada, de tejidos transpirables y colores claros. En cuanto al calzado, es fundamental que esté bien sujeto al pie. Conducir con chanclas es muy peligroso, ya que pueden engancharse en los pedales o resbalar. Opta por zapatillas deportivas o sandalias que ofrezcan una buena sujeción. Y por supuesto, nunca conduzcas sin camiseta, ya que el cinturón de seguridad te podría provocar quemaduras por el roce en caso de frenazo brusco.
Aprende a reconocer los síntomas de un golpe de calor: dolor de cabeza, mareos, náuseas, piel enrojecida y seca o calambres musculares. Si sientes alguno de estos síntomas, detente en un lugar seguro lo antes posible, busca una sombra, bebe agua fresca y pide ayuda si es necesario. Tu salud es lo primero.
Conducir en verano puede ser un placer, y con estos consejos te asegurarás de que el único calor que te preocupe sea el de la playa que te espera al final del camino.