El altipuerte de Megeve, en los Alpes franceses, es un pequeño aeropuerto entre montañas de aspecto bucólico, al menos cuando aún no han caído las primeras nieves. El verdor del paisaje habla de tranquilidad, de aire puro, de relax… Hasta que sobre esa pista se lanzan como posesos los 600 caballos del Nissan Juke R 2.0.
La segunda generación del SUV superdeportivo de Nissan vuela sobre el asfalto para mostrar que no hay límites cuando alguien se propone crear algo diferente. Un GT-R camuflado bajo la apariencia de un Juke es lo que nos propone Nissan y con lo que nos permite dar una vuelta entre conos a un circuito creado en el altipuerto de Megeve.
500.000 euros y bajo pedido
No vamos a poder hacer ninguna locura; primero porque el aparato que llevamos entre las manos cuesta 500.000 euros -y no está uno para jugarse el 'sueldo del mes' haciendo locuras- y en segundo lugar porque en el asiento del copiloto llevamos a un piloto que no nos va a dejar pasarnos lo más mínimo.
Pero al menos podremos decir que hemos conducido un coche exclusivo (pues ni se sabe cuántas unidades de este Juke -que sólo se fabricará bajo pedido- se van a producir), que he sido uno de los pocos afortunados que ha pisado el acelerador a fondo a esta bestia.
Nos ponemos el casco, nos ajustamos el cinturón, ponemos la palanca en D y… pie a tabla. El recorrido empieza con una pequeña chicane que nos lleva a una recta en bajada que hacemos a fondo… o casi. De ahí una curva a derechas y otra cerrada a izquierdas para volver a girar a la derecha. En todas estas maniobras, sorprende que el coche, al principio, no parece tener ganas de correr… pero cuando se despierta te pega la espalda al asiento. Y luego maravilla por la facilidad con que entra en las curvas, siempre siguiendo el camino que le has marcado; obediente y sumiso aunque sepas que lo que hay bajo el capó.
Tras esas curvas, otra pequeña recta y giro de 180 grados para iniciar la subida, de una pendiente considerable. Un par de curvas dan paso de nuevo a la recta, ahora en subida, donde nuestro compañero, nos dice «a fondo». Y entonces hundimos el pie en el acelerador y el Juke R 2.0 nos catapulta hacia arriba como si fuese igual de fácil subir que bajar.
Punto y final. La experiencia ha durado poco más de un minuto… Pero qué minuto. Y es que no en todos los minutos de tu vida tienes entre las manos un aparato como este Juke R.