Citroën llegaba al Salón del Automóvil de París de 1980 sin novedades importantes en su Stand, sin lanzar ningún nuevo modelo. Sin embargo, el principal atractivo de la marca francesa fue la presentación de un vehículo futurista y sin planes de ser comercializado. Este primer concept-car de Citroën fue bautizado como Karin.
Con unas formas trapezoidales y una estética de pirámide sobre ruedas, ofrecía una visión sobre lo que deberían ser los automóviles en el futuro. Diseñado por el británico Trevor Frost, se beneficiaba de un habitáculo innovador, con tres plazas. El conductor se colocaba en el centro y podía manejar todas las funciones desde el volante. Su influencia se ha podido ver en modelos posteriores como el BX, el AX o el XM.
La imaginación como único límite
En los últimos 30 años, la firma francesa ha utilizado estos concepts para transmitir sus ideas sobre nuevos tipos de vehículos o compartir aspectos de su filosofía de marca, como la modernidad, el confort y el uso inteligente de la tecnología.
Un ejemplo de ello es el Activa 1, presentado en 1988. Ponía en escena la suspensión hidractiva con sistema antideslizamiento, que después llegaría al XM o al Xantia. La aerodinámica también es un aspecto clave de concepts como el C-Metisse, que apostaba por un estilo audaz con un bajo peso y una motorización eficiente.
En 2010, Citroën desvelaba los concepts Revolte y Survolt, una apuesta por vehículos eléctricos e híbridos enchufables con un atractivo diseño y altas prestaciones. Ya en 2016, el CXperience Concept, con una potencia espectacular, adopta la filosofía del programa Citorën Advanced Comfort.
Los último en llegar miran hacia un futuro electrificado. En 2020, el Osmose anticipaba tendencias como el vehículo compartido o la posibilidad de reservar un automóvil para un recorrido determinado a través de un teléfono móvil. Por su parte, el reciente Ami One Concept, ofrece una alternativa de movilidad urbana, apostando por un vehículo compartido, conducción autónoma y conectividad.
