Llega el verano, y con él, las temperaturas extremas que pueden hacer de tu coche una auténtica sauna sobre ruedas. Si vives en una ciudad calurosa como Sevilla, y más concretamente si alguna vez has dejado tu vehículo al sol en plena calle Betis a las tres de la tarde, sabrás que los efectos del calor no son ninguna broma. Más allá del incómodo volante ardiendo o el asiento que quema, las altas temperaturas pueden provocar averías serias en distintos componentes del coche.
Pero no te preocupes, aquí tienes siete consejos clave para que tu vehículo no acabe frito como un huevo en el capó.
1Evita aparcar al sol siempre que puedas

Uno de los errores más comunes del verano es dejar el coche bajo el sol durante horas. Si no te queda otra, procura al menos buscar sombra natural: árboles, edificios o marquesinas. En las horas centrales del día, el habitáculo puede alcanzar más de 60 °C, una temperatura que afecta tanto al interior como a partes sensibles del sistema eléctrico y electrónico del vehículo.
Además, si pasas las vacaciones cerca del mar, evita estacionar junto a la playa. El salitre y la brisa marina, combinados con el calor, aceleran el desgaste de la pintura, la corrosión y el deterioro de las piezas exteriores. Siempre que puedas, elige un garaje cerrado o una zona cubierta.