El Salón del Automóvil de París de 1974 fue testigo de la presentación del Citroën CX 2000, un modelo que destacó de inmediato gracias a su confort, su ergonomía y su comportamiento en carretera, unas características que le hicieron hacerse con los galardones de «Coche del Año en Europa», el ·Premio a la Seguridad» y el «Award Auto Style».
La historia de este modelo se remonta a 1973, con la crisis del petróleo. En esta época los fabricantes tuvieron que considerar el consumo de carburante como uno de los factores importantes al desarrollar sus vehículos. Por ello, la firma francesa apostó por la incorporación de motores eficientes, con tecnologías como el diésel, que proporcionaba consumos más bajos que las mecánicas de gasolina.
El Citroën CX fue un coche revolucionario, tanto en confort como en ergonomía. Su suspensión hidroneumática permitía una corrección automática de la altura y un mejor comportamiento en carretera. Sustituye al chasis tradicional con una plataforma y una carrocería solidarias, que consigue reducir las vibraciones y el ruido. Además, fue el primer automóvil francés que equipó el sistema de frenos ABS.
A lo largo de toda su carrera comercial, la gama se fue adaptando a todas las necesidades, con la llegada de una versión break en 1975, una deportiva con inyección electrónica en 1977 y la serie Prestige, 28 cm más larga, en 1978.
Una berlina de éxito
Hasta 1991 se vendieron más de 1,2 millones de unidades. 30 años después del cese de su comercialización, su legado se mantienen vivo en concept-cars como el Citroën CXperience o su sucesor en la gama, el Citroën C5 X.