Hace apenas una década, el llamado Cartel de Coches ocupaba titulares en todos los medios españoles. El escándalo destapó que casi todas las grandes marcas automovilísticas habían pactado de manera ilegal para inflar los precios de sus vehículos entre los años 2006 y 2013. El resultado: más de 9 millones de conductores en España pagaron de más por su coche, convirtiéndose en víctimas de una de las mayores prácticas de competencia desleal en Europa.
Sin embargo, a pesar del ruido mediático y de las sanciones impuestas por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el tema parece haber quedado relegado a un segundo plano. Hoy, pocos hablan de este fraude, y lo más sorprendente es que apenas un 10% de los afectados han iniciado los trámites para reclamar una indemnización que la justicia europea y española les reconoce. ¿Qué ha pasado para que un caso de tal magnitud esté en peligro de caer en el olvido?
2Por qué nadie habla ya del famoso cartel

El motivo principal de este silencio no es la falta de importancia del caso, sino la percepción que los consumidores tienen del sistema judicial. La lentitud de los procesos, la burocracia interminable y la desconfianza hacia la posibilidad real de cobrar han hecho que muchos afectados ni siquiera intenten reclamar.
Además, la falta de campañas de información oficiales ha provocado que millones de conductores ni siquiera sepan que pueden recibir una compensación. Y mientras tanto, las marcas implicadas continúan beneficiándose de la inacción de los afectados, pues cada reclamación que no se presenta es dinero que no tienen que devolver.