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jueves, 28 agosto 2025

Dos camiones en marcha, una autopista y una moto… lo que ocurre es de no creer

Luc Ackermann lo ha vuelto a hacer: un backflip entre dos camiones en marcha sobre una autopista alemana que combina riesgo extremo, precisión milimétrica y espectáculo puro. Una maniobra que demuestra que el motocross freestyle no conoce límites.

En el mundo del motor siempre hay gestas que nos dejan sin aliento, hazañas que parecen sacadas de una película de acción pero que suceden en la vida real, protagonizadas por atletas que están dispuestos a desafiar la lógica y la física. El motocross freestyle es probablemente la disciplina que mejor representa esa unión entre riesgo, espectáculo y precisión. Y en esta ocasión, la atención mundial se ha detenido en Alemania, donde Luc Ackermann, uno de los nombres más reconocidos de esta modalidad, ha vuelto a demostrar por qué es considerado un auténtico fuera de serie.

El piloto germano se ha enfrentado a una de las maniobras más arriesgadas jamás vistas: ejecutar un backflip sobre una autopista, utilizando como rampa y zona de aterrizaje dos camiones en movimiento. No hablamos de un truco preparado en un estadio con todo calculado al milímetro bajo techo, sino de una acción en plena vía, con viento, asfalto caliente y la tensión de saber que un solo error podría tener consecuencias dramáticas. Y, sin embargo, Ackermann lo convirtió en un espectáculo que combina adrenalina, ciencia y un dominio absoluto de la moto.

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El salto que corta la respiración

fuente: red bull

En el momento decisivo, Ackermann aceleró sobre la plataforma instalada en el primer camión, tomó el impulso y se lanzó al vacío para ejecutar un Tsunami Backflip, una variante del mortal hacia atrás en la que el piloto se extiende por completo sobre la moto, como si se tratara de una acrobacia aérea. Durante unos segundos, la autopista quedó congelada: un hombre suspendido en el aire entre dos gigantes de varias toneladas avanzando a más de 70 km/h.

El aterrizaje fue impecable. La rueda trasera de la moto tocó con suavidad la superficie del segundo camión, y el piloto se estabilizó de inmediato, provocando la ovación de los presentes. Ackermann levantó los brazos celebrando no solo el éxito del truco, sino también el trabajo de todo un equipo que había convertido lo imposible en realidad.

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