Si en los últimos días has visto un coche con los espejos retrovisores cubiertos por bolsas de plástico, no te extrañes. No es una excentricidad ni una ocurrencia pasajera, sino una solución práctica para un problema que cada vez afecta a más vehículos. El clima, la fauna e incluso el vandalismo han convertido a estos elementos en uno de los puntos críticos para la conservación y seguridad del coche.
Los retrovisores actuales son piezas cada vez más caras y complejas, con sistemas electrónicos integrados que hacen que cualquier avería o reemplazo pueda dispararse por encima de los 1.000 € e incluso acercarse a los 3.000 € en modelos premium. Por esta razón, muchos conductores han encontrado en una simple bolsa de plástico un escudo perfecto para garantizar la vida útil de estos elementos tan expuestos.
3Una barrera contra la humedad y la suciedad

Además de la escarcha y los ataques de aves, la acumulación de polvo, barro e insectos también representa un reto para la conservación de los espejos retrovisores. Al permanecer expuestos durante días en la calle, estos elementos afectan tanto a la visibilidad como al mecanismo electrónico que acciona la posición de la superficie reflectante.
Cubrir los retrovisores con una bolsa de plástico evita que la humedad penetre en las juntas y mecanismos internos, lo que garantiza un funcionamiento más suave y prolonga la vida útil de los dispositivos de ajuste eléctrico y plegado. De esta manera, un simple gesto casero contribuye a reducir averías y costosos reemplazos.