Si en los últimos días has visto un coche con los espejos retrovisores cubiertos por bolsas de plástico, no te extrañes. No es una excentricidad ni una ocurrencia pasajera, sino una solución práctica para un problema que cada vez afecta a más vehículos. El clima, la fauna e incluso el vandalismo han convertido a estos elementos en uno de los puntos críticos para la conservación y seguridad del coche.
Los retrovisores actuales son piezas cada vez más caras y complejas, con sistemas electrónicos integrados que hacen que cualquier avería o reemplazo pueda dispararse por encima de los 1.000 € e incluso acercarse a los 3.000 € en modelos premium. Por esta razón, muchos conductores han encontrado en una simple bolsa de plástico un escudo perfecto para garantizar la vida útil de estos elementos tan expuestos.
2Para disuadir a las aves agresivas

Otra ventaja menos conocida pero cada vez más relevante es la prevención de ataques de aves. Durante la época de cría, ciertos pájaros interpretan su propio reflejo en los retrovisores como un intruso en su territorio. El resultado son picotazos, excrementos corrosivos e incluso arañazos que afectan tanto al espejo como a la pintura circundante.
Esta conducta es especialmente habitual en áreas rurales o cerca de parques, donde la densidad de aves aumenta en primavera y verano. Al colocar una bolsa de plástico en el retrovisor, desaparece el reflejo y, con él, la tentación de atacar al supuesto competidor. De esta manera, no solo evitamos daños estéticos y mecánicos, sino que contribuimos a mantener un entorno menos hostil para la fauna local.