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BMW i8, la tecnodiversión

El BMW i8 es el coche más revolucionario del momento desde un punto de vista tecnológico por mecánica, materiales o aerodinámica. Y por su consumo medio oficial de sólo 2,1 l/100 km. Pero es también un deportivo rápido, e incluso rabioso, que genera mucho placer al volante.

Del i8 ya habíamos desgranado informaciones sorprendentes en los últimos meses, como las relacionadas con su carrocería de 2+2 plazas, con una jaula del habitáculo construida con CFRP, que es un ligero y resistente plástico reforzado con fibra de carbono. Aluminio o magnesio son otros de los materiales a los que recurre para dejar el peso en vacío por debajo de la tonelada y media, valor meritorio para un coche de 4,69 metros. Y qué decir de su aerodinámica, con un depurado Cx de 0,26 que le sitúa entre los más eficaces del mundo en ese apartado.

Primer deportivo híbrido enchufable

Sus entrañas son, si cabe, más revolucionarias, pues nos encontramos ante el primer deportivo con mecánica híbrida enchufable, solución mucho más realista que la representada por los vehículos totalmente eléctricos, pues combinan un motor 'convencional' -el del i8 no lo es tanto- con uno eléctrico -que aquí son dos- y una batería de alta capacidad que podemos recargar en enchufe -unas dos horas y media- y que permite circular en modo eléctrico durante bastantes kilómetros.

En el caso del alemán, todo eso se traduce en un tricilíndrico sobrealimentado por turbo que a partir de sólo 1,5 litros de cubicaje entrega la friolera de 231 CV, contando ya ahí la 'ayudita' de un pequeño propulsor eléctrico de 15 kW que sirve de motor arranque y cumple funciones de apoyo. Ese conjunto va montado en el tren trasero y se encarga de la tracción en ese eje, mientras sobre el tren delantero va el motor eléctrico principal, con otros 131 CV, que llevan la potencia conjunta a 362 CV y permiten que el i8 tenga tracción total.

Hasta 250 km/h

O que sea un BMW de tracción delantera cuando circulamos en modo eDrive, '0 emisiones', lo que podremos hacer durante 37 kilómetros a una velocidad sostenida de 65 km/h, o hasta 120 km/h de velocidad punta. Pero si en esa situación pisamos el acelerador a fondo, el 1.5 de gasolina entra en juego de forma instantánea y anima la respuesta hasta límites insospechados, pues podremos llegar hasta los 250 km/h -nosotros sí vimos la facilidad con que rebasaba los 210- y la aceleración oficial hasta 100 km/h se completa en 4,4 segundos. Y ojo: con un sonido bellísimo que ha motivado una de nuestras grandes sorpresas en esta primera toma de contacto por carreteras italianas. El equipo de audio potencia ese sonido -según BMW, sólo en un 5 por ciento-, pero desde fuera el coche también suena bonito, y nada permite intuir que late un simple tricilíndrico bajo su llamativa 'piel' plástica.

Mediante un botón de la consola podemos elegir entre los modos Comfort -el más recomendable por cómo 'distribuye el juego'- y Eco Pro, pero si empujamos el selector del cambio a la izquierda -cuando funciona el motor de gasolina, la transmisión obedece a un cambio automático de seis marchas con levas en el volante- entraremos en el programa Sport, que inunda de rojo el cuadro de instrumentos y revitaliza al i8.

Nos ha encantado el agrado general y el comportamiento, pues recae un 50 por ciento del peso sobre cada eje y eso genera equilibrio. Y los neumáticos opcionales, más anchos, nos parecen una idea interesante, aunque sólo sea por imagen. En cuanto al gasto real, mejor olvidar los 2,1 litros homologados, salvo en recorridos muy 'a la medida', pues rondar los 7 litros en desplazamientos largos -el depósito de 42 litros debería ser de serie- será lo habitual, o los 9 si le damos gustillo al acelerador.