Durante años, cuando hablábamos de coches eléctricos, parecía que el futuro estaba escrito únicamente con litio. Este metal ligero y caro se convirtió en la columna vertebral de la revolución eléctrica, impulsando desde teléfonos móviles hasta grandes SUV con sus baterías. Sin embargo, la dependencia de un recurso escaso, caro de extraer y concentrado en unas pocas regiones del planeta ha hecho saltar las alarmas: ¿qué ocurrirá cuando la demanda global supere con creces la capacidad de extracción de litio? ¿Y cómo podemos abaratar la electrificación sin comprometer la autonomía, la seguridad y la durabilidad de las baterías?
En ese escenario, una alternativa ha empezado a sonar con fuerza: la batería de sodio. No se trata de una idea nueva, pero sí de una tecnología que, gracias a los últimos avances, está alcanzando la madurez necesaria para dar el salto a los coches eléctricos de producción. Y no hablamos de ciencia ficción: en 2025, el gigante asiático CATL ha presentado Naxtra, su primera batería de iones de sodio fabricada a gran escala, con datos muy prometedores que podrían cambiar para siempre la forma en que concebimos la movilidad eléctrica.
4Casos industriales: camiones y ahorro real

Aunque la atención suele centrarse en los coches de pasajeros, los vehículos industriales son un terreno clave donde el sodio puede marcar la diferencia. CATL ha lanzado una versión de la batería de sodio para camiones comerciales con sistemas Start-Stop de 24 V. Estas baterías no solo resisten hasta 8 años de uso, sino que reducen el coste de operación en un 61 % respecto a las tradicionales de plomo-ácido.
Además, ofrecen arranques fiables incluso a -40 °C y pueden permanecer inactivas durante un año entero sin perder funcionalidad. Esto las convierte en una solución ideal para flotas de transporte, maquinaria pesada o incluso autobuses urbanos. Un ahorro real en combustible, mantenimiento y sustituciones que puede transformar el sector logístico y de transporte.