Durante años, cuando hablábamos de coches eléctricos, parecía que el futuro estaba escrito únicamente con litio. Este metal ligero y caro se convirtió en la columna vertebral de la revolución eléctrica, impulsando desde teléfonos móviles hasta grandes SUV con sus baterías. Sin embargo, la dependencia de un recurso escaso, caro de extraer y concentrado en unas pocas regiones del planeta ha hecho saltar las alarmas: ¿qué ocurrirá cuando la demanda global supere con creces la capacidad de extracción de litio? ¿Y cómo podemos abaratar la electrificación sin comprometer la autonomía, la seguridad y la durabilidad de las baterías?
En ese escenario, una alternativa ha empezado a sonar con fuerza: la batería de sodio. No se trata de una idea nueva, pero sí de una tecnología que, gracias a los últimos avances, está alcanzando la madurez necesaria para dar el salto a los coches eléctricos de producción. Y no hablamos de ciencia ficción: en 2025, el gigante asiático CATL ha presentado Naxtra, su primera batería de iones de sodio fabricada a gran escala, con datos muy prometedores que podrían cambiar para siempre la forma en que concebimos la movilidad eléctrica.
3Respuesta extrema ante variaciones de temperatura

El calor y el frío han sido siempre enemigos del coche eléctrico. En invierno, las baterías pierden eficiencia; en verano, sufren sobrecalentamiento. Aquí es donde la batería de sodio marca otro punto a favor: funciona sin degradarse en un rango extremo de -40 °C a +70 °C.
Para quienes viven en zonas de montaña o en climas muy fríos, esta es una garantía de uso real. Según datos de CATL, incluso en condiciones gélidas conserva el 90 % de su capacidad con apenas un 10 % de carga disponible. Esto significa que no solo mejora la fiabilidad en climas adversos, sino que también reduce la ansiedad de los conductores que hasta ahora temían viajar con su coche eléctrico en condiciones meteorológicas extremas.