Durante años, cuando hablábamos de coches eléctricos, parecía que el futuro estaba escrito únicamente con litio. Este metal ligero y caro se convirtió en la columna vertebral de la revolución eléctrica, impulsando desde teléfonos móviles hasta grandes SUV con sus baterías. Sin embargo, la dependencia de un recurso escaso, caro de extraer y concentrado en unas pocas regiones del planeta ha hecho saltar las alarmas: ¿qué ocurrirá cuando la demanda global supere con creces la capacidad de extracción de litio? ¿Y cómo podemos abaratar la electrificación sin comprometer la autonomía, la seguridad y la durabilidad de las baterías?
En ese escenario, una alternativa ha empezado a sonar con fuerza: la batería de sodio. No se trata de una idea nueva, pero sí de una tecnología que, gracias a los últimos avances, está alcanzando la madurez necesaria para dar el salto a los coches eléctricos de producción. Y no hablamos de ciencia ficción: en 2025, el gigante asiático CATL ha presentado Naxtra, su primera batería de iones de sodio fabricada a gran escala, con datos muy prometedores que podrían cambiar para siempre la forma en que concebimos la movilidad eléctrica.
2Rendimiento técnico al nivel de las LFP

Uno de los grandes temores con las baterías alternativas siempre ha sido el rendimiento. Muchos conductores piensan que todo lo que no sea litio ofrecerá menos autonomía. Sin embargo, la batería de sodio ha dado un salto de calidad enorme en los últimos años. La nueva Naxtra alcanza los 175 Wh/kg de densidad energética, una cifra muy cercana a las baterías LFP (fosfato de hierro y litio), que son las más utilizadas actualmente en eléctricos de gran volumen.
Traducido a la práctica, hablamos de hasta 500 km de autonomía real en un coche eléctrico, con una durabilidad que sorprende: más de 10.000 ciclos de carga sin pérdida significativa de capacidad. Esto significa que un vehículo equipado con esta batería podría mantener un buen nivel de autonomía durante más de 15 años de uso intensivo. Una diferencia abismal frente a las actuales, que rara vez superan los 2.000-3.000 ciclos de carga antes de empezar a degradarse.