La política española ha vivido un nuevo momento teatral en la Asamblea de Madrid. En medio de un debate cargado de tensión, la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, sacó a relucir con ironía el mítico Peugeot 407 en el que Pedro Sánchez, junto a su círculo más cercano, recorrió en su momento España en su llamada ‘pedromaratón’.
La intervención terminó convirtiéndose en una escena que acaparó titulares. Una sarcástica Ayuso disparaba contra el PSOE, aludiendo a las filtraciones que salpican a miembros de la dirección socialista, a quienes bautizó como ‘la banda del Peugeot’. El apodo mezcla burla política con historia automovilística. Porque detrás de su comentario mordaz hay un coche, con kilómetros de historia a sus espaldas, que hoy resurge como metáfora inesperada del poder.
5Del romanticismo al escándalo

La historia del Peugeot 407 azul resume, en parte, la transformación del relato político de Pedro Sánchez. El coche que una vez simbolizó la conexión con las bases ahora es objeto de burla, como si el tiempo hubiera hecho trizas la épica que lo envolvía. Con el tiempo, enturbiada por una trama de corrupción.
Y es que, en política, los símbolos son poderosos, pero también volátiles. Lo que antaño fue un elemento de humildad y cercanía, hoy es esgrimido como arma arrojadiza. La vida pública de un coche que ya no rueda sirve ahora de metáfora perfecta: una historia que empezó con gasolina emocional y terminó, años después, salpicada por el lodo judicial.