Aunque no es plato de buen gusto para nadie, tener una avería en el coche es algo con lo que todo conductor cuenta en su vida. La esperanza es que no se trate de algo demasiado grave, y que solucionarlo sea lo más económico posible.
Sin embargo, un estudio de la asociación Sernauto ha hecho saltar las alarmas acerca de un problema que afecta a millones de coches. Una avería casi indetectable y muy peligrosa que está en uno de los elementos esenciales para la seguridad.
Una avería grave que casi no se nota

Cuando hablamos de una avería que afecta a casi siete millones de vehículos, no nos referimos a un defecto de fábrica concreto de un modelo específico. Se trata de un problema mucho más generalizado: el desgaste progresivo y la falta de mantenimiento del sistema de frenado. La clave de su peligrosidad reside en que no aparece de un día para otro, como un pinchazo o una luz que se funde. Es un deterioro lento y gradual que lleva a engaño.
Como este proceso es tan paulatino, el conductor se acostumbra a la situación. Se empieza a pisar el pedal un poco antes o con un poco más de fuerza de forma inconsciente para obtener la misma respuesta de siempre. Parece que todo va bien, cuando en realidad la distancia de frenado ha aumentado y la capacidad de respuesta del coche se ha visto mermada. Una falsa sensación de seguridad que acaba cuando hay que hacer una frenada de emergencia.
Aunque esta avería sea silenciosa, el coche te envía pequeños avisos que, si aprendes a interpretar, pueden salvarte de un susto y de una reparación mucho más costosa:
- Ruidos en los frenos. Unos frenos en buen estado no tienen que hacer ruido.
- Sensación extraña o vibraciones al pisar el pedal. Puede ser un síntoma de desgaste irregular.
- Testigo en el cuadro de mandos. La señal más evidente, y que no puedes ignorar.
También es bueno que, de vez en cuando, eches un vistazo al depósito del líquido de frenos. Si ves que el nivel está por debajo del mínimo, es una señal de que algo ocurre. Puede ser por el desgaste de las pastillas, que hace bajar el nivel, o por una fuga.
Las consecuencias de no actuar a tiempo

Una avería en los frenos es el mayor peligro para tu seguridad y la de los demás. La consecuencia más obvia es el aumento de la distancia de frenado. Unos frenos en mal estado pueden necesitar varios metros más para detener el coche por completo. Esa distancia es la diferencia entre un simple susto y una colisión grave..
Además, un sistema de frenado deficiente puede provocar la pérdida de control del vehículo. Si los frenos de un lado están más desgastados que los del otro, al realizar una frenada brusca el coche tenderá a irse hacia un lado, pudiendo sacarte de tu carril e invadir el contrario. En condiciones de lluvia o con asfalto deslizante, el riesgo se multiplica de forma exponencial. No se trata solo de no poder parar; se trata de no poder controlar tu coche cuando más lo necesitas.
La solución: Mantenimiento y prevención

Evitar formar parte de esa estadística de millones de coches es relativamente sencillo. No necesitas ser mecánico, solo un conductor responsable y atento. La clave es la prevención. Acostúmbrate a revisar el nivel del líquido de frenos una vez al mes. No cuesta nada y te da una pista vital sobre la salud del sistema.
Más importante aún es cumplir con el programa de mantenimiento de tu vehículo y acudir a un taller de confianza. Los profesionales no solo cambiarán el aceite y los filtros; también realizarán una inspección visual del grosor de las pastillas, el estado de los discos y buscarán posibles fugas en los latiguillos. Además, un dato que muchos conductores olvidan: el líquido de frenos se debe sustituir cada dos años aproximadamente, ya que con el tiempo absorbe humedad y pierde sus propiedades, volviéndose ineficaz.
La próxima vez que cojas el coche, escucha y siente el pedal. Unos segundos de atención pueden ahorrarte una reparación carísima y, lo que es todavía más valioso, garantizar que cada viaje termine de forma segura.