En el exclusivo Principado de Mónaco, donde el lujo, el glamour y la ostentación forman parte de la vida cotidiana, hay un rincón especialmente conocido por su sofisticación: el Casino de Montecarlo. Este icónico lugar no solo es famoso por sus mesas de juego y sus visitantes ilustres, sino también por la llamativa colección de superdeportivos y vehículos de alta gama que desfilan diariamente por su entrada principal. En este escenario, los aparcacoches no solo tienen el privilegio de conducir auténticas joyas sobre ruedas, sino también de obtener ingresos que rozan lo increíble, todo gracias a las propinas.
Lejos de ser un simple trabajo temporal, el oficio de aparcacoches en este rincón del mundo se ha convertido en una ocupación muy codiciada. La razón principal: las impresionantes cantidades de dinero que estos trabajadores pueden llegar a embolsarse solo en gratificaciones. A diferencia de otros países donde las propinas pueden ser esporádicas o modestas, en Mónaco alcanzan cifras tan elevadas que muchos pensarían que se trata de una exageración. Pero no, la realidad es que los aparcacoches del casino ganan, en ocasiones, más que un ejecutivo promedio.
4Un oficio con alta responsabilidad y prestigio

Detrás de las cifras impresionantes también hay una gran exigencia. No cualquiera puede ser aparcacoches en el Casino de Montecarlo. Los procesos de selección son rigurosos: se valoran habilidades avanzadas de conducción, conocimiento en vehículos de lujo (incluyendo modelos eléctricos e híbridos), idiomas —especialmente inglés, francés, ruso y árabe— y un historial limpio tanto de conducción como laboral.