En el exclusivo Principado de Mónaco, donde el lujo, el glamour y la ostentación forman parte de la vida cotidiana, hay un rincón especialmente conocido por su sofisticación: el Casino de Montecarlo. Este icónico lugar no solo es famoso por sus mesas de juego y sus visitantes ilustres, sino también por la llamativa colección de superdeportivos y vehículos de alta gama que desfilan diariamente por su entrada principal. En este escenario, los aparcacoches no solo tienen el privilegio de conducir auténticas joyas sobre ruedas, sino también de obtener ingresos que rozan lo increíble, todo gracias a las propinas.
Lejos de ser un simple trabajo temporal, el oficio de aparcacoches en este rincón del mundo se ha convertido en una ocupación muy codiciada. La razón principal: las impresionantes cantidades de dinero que estos trabajadores pueden llegar a embolsarse solo en gratificaciones. A diferencia de otros países donde las propinas pueden ser esporádicas o modestas, en Mónaco alcanzan cifras tan elevadas que muchos pensarían que se trata de una exageración. Pero no, la realidad es que los aparcacoches del casino ganan, en ocasiones, más que un ejecutivo promedio.
1El día a día de los aparcacoches en el casino de Mónaco

Los aparcacoches del Casino de Montecarlo tienen una jornada laboral muy particular. Su trabajo comienza desde muy temprano y se extiende hasta altas horas de la madrugada, coincidiendo con la actividad del casino y los eventos sociales que suelen organizarse en este emblemático lugar. Están encargados de recibir los coches de los clientes, estacionarlos de forma segura y devolverlos en perfectas condiciones cuando el cliente se marcha. Pero más allá de esa función básica, también actúan como una especie de embajadores del lujo.
En un entorno donde la imagen lo es todo, la actitud del aparcacoches, su presentación personal, su amabilidad y, sobre todo, su discreción, son tan importantes como su destreza al volante. Es habitual que estacionen coches que valen más de medio millón de euros, como Bugatti Chiron, Lamborghini Aventador, Rolls-Royce Phantom o Ferrari SF90. En este contexto, cualquier error no solo sería costoso, sino inaceptable. Por ello, el personal que trabaja en este rol está altamente cualificado, con conocimientos tanto de conducción como de protocolo y atención al cliente.