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Probamos el Kia Stinger. Un Gran Turismo

Kia no es una marca prémium ni pretende serlo. Lo afirma Artur Martins, vicepresidente mundial de Marketing. Pero esa modestia no impide que, de repente, se lancen a una aventura lejos de sus objetivos. La última es el Stinger, un Gran Turismo con el que demuestran que aunque no lo sean, saben hacer coches prémium. El Stinger puede competir de tú a tú con los sedán deportivos más llamativos.

Frente a ellos, pone en liza todas las armas de que dispone Kia. Un chasis ligero y resistente, una configuracion como tracción trasera o total, para ofrecer ese picante comportamiento dinámico que se espera en estos modelos. Una gama de motores de elevadas prestaciones y con un innegable agrado de uso -entre ellos el más potente utilizado jamás por la marca-, y un cambio automático de 8 velocidades, rápido y suave -con levas en el volante de serie-. También una suspensión de dureza variable que adapta el coche al uso que le demos en cada momento o un selector de modos de conducción desde el Eco -para una conducción de máxima eficiencia- al Sport+ que permite desactivar el el control de estabilidad y dar rienda suelta al piloto que llevamos dentro.

Todo eso envuelto en una carrocería de imponente aspecto y unos rasgos coupé muy acusados en la zona trasera. Pero en sus 4,83 metros de longitud cuenta con 2,9 metros de distancia entre ejes para configurar un habitáculo amplio y muy cómodo para cuatro ocupantes -el quinto sufrirá un túnel de transmisión voluminoso- tanto en espacio para las piernas como en altura al techo en la parte trasera. Y con un maletero de 406 litros, que no es una cifra de escándalo, pero sí suficiente.

El confort, una prioridad

Tampoco han dejado nada al azar en el interior, ni en calidad de acabado o materiales, ni en equipamiento. Incluso en el estilo interior, se notan rasgos de un 'alemán con estrella' como las salidas de aireación redondas, la pantalla táctil flotante -de 7 u 8 pulgadas según versiones- o la sabia mezcla del aluminio con los plásticos negros de excelente apariencia y tacto. El confort de los ocupantes es prioridad y ofrece unos asientos -ventilados y calefactados los delanteros y calefactados también los traseros- que recogen perfectamente el cuerpo y se acoplan a él como un guante. Y para el conductor, pedales en aluminio, levas del cambio en el volante, volante multifunción, head up display…

El conductor es el centro de este coche pensado para conducir. Y eso se nota en el aplomo que ofrece. Su bajo centro de gravedad y sus considerables dimensiones parecen calculadas al mílímetro para recorrer kilómetros siempre a buen ritmo. Sumando, además todas las ayudas a la conduccion imaginables (asistente de colisión delantero con detector de peatones, mantenimiento de carril, control de crucero inteligente, detector de fatiga del conductor…).

Comprobamos su carácter rodador en carreteras de Mallorca

Empezamos por arriba, con el 3.3. Un derroche de todo, con 370 caballos salvajes o plenamente domesticados para un uso cotidiano. Gira muy plano, sin balanceos y con una tremenda nobleza. El paso por curva es rapídisimo y la confianza que transmiten los frenos, la tracción total y la dirección es inmediata. Y los cinco modos de conducción hacen que cada conductor encuentre el carácter que busca en el Stinger. Y suena a 'coche gordo'…

Siguiente paso, el 2.0 de 255 caballos; todo es mucho más racional. De hecho, diríamos que esta es la versión que hay comprar, pues te ofrece unas prestaciones y un comportamiento de alto nivel sin -comprar 115 caballos de más- que posiblemente nunca utilices. Un pero, que solo se ofrezca con tracción trasera; pero los puristas de la conducción los disfrutarán.

Acabamos con el diésel, que sorprende también por su viveza de reacciones, su empuje y su escasa sonoridad. Y aquí si tenemos alternativa de tracción trasera o total (esta pasa un máximo del cien por cien de la tracción al tren trasero y un máximo del 40 por ciento al delantero de forma que siempre prima el comportamiento deportivo).

Apunta hacia el éxito; y más si nos fijamos en lo que ofrece y al precio que lo ofrece. Con 4 niveles de acabado, Style, Extreme, GT Line y GT, solo unos ejemplos: el 2.0 T-GDI de 255 caballos es 11.000 euros más barato que un BMW 430i Gran Coupé de 252 CV; el 2.2 CRDI cuesta 9.000 euros menos que un VWArteon TDI de 190 CV y el todopoderoso 3.3 T-GDI cuesta 24.000 euros menos que un Audi S5 Sportback con sus 354 CV. No son prémium, pero si quisieran serlo…