La plaza de garaje es uno de los bienes más codiciados en las grandes ciudades. No solo por la comodidad de tener un espacio seguro para el coche, sino también por el precio al que cotiza en el mercado inmobiliario. Sin embargo, muchos propietarios creen que al tratarse de una propiedad privada pueden hacer con ella lo que quieran, desde almacenar muebles hasta montar un taller improvisado.
Pero nada más lejos de la realidad. La legislación española establece límites muy claros sobre qué se puede y qué no se puede hacer en un garaje comunitario. Porque aunque se trate de un elemento privativo, existen normas que lo vinculan directamente con la convivencia vecinal.
5Remolques y vehículos no motorizados: otra fuente de conflicto

Otro tema polémico es el de los remolques. Aunque algunos vecinos piensen que aparcarlos en su plaza es válido, la normativa indica lo contrario. Al no tratarse de vehículos a motor, los remolques no cumplen las condiciones necesarias para estacionar en el garaje comunitario. Algo similar ocurre con bicicletas y patinetes, que suelen quedar excluidos en los estatutos.
“Hay que recordar que una plaza de garaje está pensada para un coche o una moto, no para convertirse en un espacio multiusos. Su finalidad está muy acotada por la ley y por los reglamentos internos de cada comunidad”, explica Manuel. Esto evita situaciones en las que un vecino utilice su plaza como depósito personal, en detrimento de la seguridad colectiva.