La plaza de garaje es uno de los bienes más codiciados en las grandes ciudades. No solo por la comodidad de tener un espacio seguro para el coche, sino también por el precio al que cotiza en el mercado inmobiliario. Sin embargo, muchos propietarios creen que al tratarse de una propiedad privada pueden hacer con ella lo que quieran, desde almacenar muebles hasta montar un taller improvisado.
Pero nada más lejos de la realidad. La legislación española establece límites muy claros sobre qué se puede y qué no se puede hacer en un garaje comunitario. Porque aunque se trate de un elemento privativo, existen normas que lo vinculan directamente con la convivencia vecinal.
3Normas básicas para un uso responsable del garaje

Convivir en un garaje comunitario implica respetar unas reglas elementales de orden y seguridad. Entre ellas, se encuentra la obligación de estacionar el vehículo dentro de los límites de la plaza, sin invadir espacios ajenos ni ocupar temporalmente los pasillos de circulación. Tampoco está permitido dejar más de un vehículo en la misma plaza, por muy pequeño que sea.
Del mismo modo, la normativa prohíbe convertir el garaje en un taller mecánico o en un lugar donde se presten servicios de carácter profesional. La velocidad máxima suele limitarse a 20 km/h y se debe respetar el sentido de circulación marcado por la comunidad. Todo ello busca reducir riesgos en un espacio cerrado donde la convivencia depende de la prudencia de cada usuario.