La plaza de garaje es uno de los bienes más codiciados en las grandes ciudades. No solo por la comodidad de tener un espacio seguro para el coche, sino también por el precio al que cotiza en el mercado inmobiliario. Sin embargo, muchos propietarios creen que al tratarse de una propiedad privada pueden hacer con ella lo que quieran, desde almacenar muebles hasta montar un taller improvisado.
Pero nada más lejos de la realidad. La legislación española establece límites muy claros sobre qué se puede y qué no se puede hacer en un garaje comunitario. Porque aunque se trate de un elemento privativo, existen normas que lo vinculan directamente con la convivencia vecinal.
1El garaje, mucho más que un espacio privado

A simple vista, la plaza de garaje parece un espacio exclusivo del propietario. Pero según la Ley de Propiedad Horizontal y el Código Civil, hay elementos compartidos que afectan directamente a todos los vecinos. Como explica el abogado, el artículo 396 define como comunitarios los pilares, las paredes, el techo y las instalaciones básicas, aunque cada plaza esté delimitada.
Eso significa que no se pueden hacer modificaciones a la ligera, como levantar tabiques, instalar cerramientos o colocar cadenas para proteger el espacio. Además, se deben respetar las condiciones básicas de visibilidad y seguridad que garanticen el uso correcto por parte de todos los usuarios del garaje. «Es un espacio regulado que forma parte de un engranaje comunitario», subraya Manuel.