Con la llegada del otoño, muchas cosas cambian en nuestro día a día: bajan las temperaturas, sube la humedad ambiental, las lluvias son más frecuentes y las hojas cubren las carreteras. Tu coche también lo nota. Lo que durante los meses veraniegos parecía funcionar bien, puede empezar a fallar. Ya no es solo cuestión de frío o de lluvias; son los efectos acumulados del calor, el polvo, trayectos largos y desgaste que ahora se manifiestan con más facilidad.
Si no haces una puesta a punto, lo que empieza como un pequeño problema puede convertirse en una avería considerable, costosa, que no solo afecte a tu comodidad sino también al bolsillo. En algunos casos, reparar ciertos componentes al otoño puede salir por hasta 3.000 euros o más, dependiendo del modelo del coche, la gravedad y si se deja el fallo sin atender mucho tiempo.
1Batería débil: el gran enemigo de los arranques fríos

Durante el otoño, las temperaturas bajan, especialmente por las mañanas. Esa bajada brusca empieza a afectar la capacidad de la batería para entregar corriente suficiente al motor de arranque, los sistemas eléctricos, las luces, etc. Si ya tiene años de uso, puede comenzar a fallar, mostrar síntomas como que el motor gira más lento al arrancar, que los faros se atenúen o que el coche tarde en responder al girar la llave.
Si ignoras estos indicios, el coste puede subir rápido. Sustituir una batería decente cuesta entre 150 y 400 euros, dependiendo de la marca, amperaje y tipo. Si además la avería provoca otros daños —por ejemplo, un alternador sobrecargado o cables que se deterioran—, esa factura puede subir bastante más. Y si te quedas tirado en carretera, los costes extra por grúas o asistencia también suman.